100 preguntas

100 Preguntas

En esta sección encontrarás información útil para resolver dudas y despejar incertidumbres sobre diferentes aspectos de la vida familiar. Si quieres más información sobre un tema en concreto, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
 

922 615 099

centro@familiascanarias.com

Centro de la Familia

Centro de la familia

Uso de Redes Sociales y Tecnologías

Para muchos padres, el que sus hijos/as participen en las redes sociales es una preocupación permanente, que no siempre saben cómo abordar.
A juicio de la psicóloga Alejandra Díaz, la edad mínima para acceder a este tipo de instancia debiera ser alrededor de los 14 años: “Si existe la necesidad de acceder a una red social antes de esta edad, debe ser necesariamente a través del consentimiento paterno”. Sin embargo, la edad media de inicio en la telefonía móvil, por ejemplo, es entre los 10 y los 12 años aproximadamente. En estos casos, agrega, “lo adecuado es no contratar servicios de internet para dispositivos móviles y así limitar el acceso a ella sólo a través de los ordenadores de la casa”.
Es importante estimular en niños y adolescentes el valor que tiene la comunicación directa por encima de la comunicación mediada por objetos tecnológicos, y en lo posible postergar al máximo el acceso a redes sociales u otros. “Hasta los 10 años resulta necesaria una supervisión directa y muy concreta por parte de los cuidadores.
Sentarse con los hijos mientras ellos usan internet y no dejarlos nunca solos frente a la pantalla. Entre los 11 años y los 14 años los púberes y adolescentes tempranos tienen más experiencia en Internet, pero no se deben dejar sin supervisión y control cuando se conectan, para evitar que estén expuestos y vulnerables frente a material inadecuado.


A partir de los 15 años, los adolescentes medios y tardíos deben tener un acceso con menores restricciones. Pero los padres tienen que estar disponibles para ayudar a sus hijos a comprender mensajes inapropiados, a no exponerse y a tomar buenas decisiones”.
En el caso de los adolescentes, explica, “los jóvenes y adolescentes necesitan sentirse partícipes de algo, de tener su propio sitio personal y de construir una red de amigos. Se buscan sentimientos de pertenencia y afiliación, información, identidad y valores, los que determinan la forma de relacionarse en las redes”. Sin embargo, los adolescentes no tienen su cerebro completamente desarrollado, lo que los vuelve más vulnerables y predispone a conductas de riesgo. Por lo mismo, es indispensable que un adulto esté constantemente supervisando la actividad que tienen en la red.
Beneficios y riesgos.


El uso de redes sociales sí tiene beneficios para los menores. Se ha demostrado que Internet estimula un mayor número de regiones cerebrales, aumenta la memoria de trabajo, produce una mayor capacidad de aprendizaje perceptual y permite hacer frente a varios estímulos de manera simultánea.
“Es necesario, al comunicarse en forma virtual, que los adolescentes logren releer lo que quieren transmitir y sean cuidadosos en los momentos de alta intensidad emocional, lo cual va ligado a su capacidad de reflexión, de control de impulsos y de postergación de la satisfacción inmediata de una necesidad. Es por esto que resulta fundamental la guía y la educación que puedan realizar los adultos significativos, tanto en la generación de filtros informáticos como en el desarrollo de la capacidad de autocontrol y autodirección en la red.
Pero esta participación, también, puede tener riesgos: El feedback virtual puede ser perjudicial para algunos adolescentes, ya que se pueden expresar desde el anonimato, con un distanciamiento afectivo importante, con bajo nivel de empatía, una utilización del “pensamiento hablado” y con una gran dificultad para evaluar lo que sus mensajes están generando en el otro. Todo ello tiene consecuencias negativas en la construcción de la identidad de los jóvenes, especialmente cuando la difusión de contenidos negativos o descalificadores se propaga muy rápido y alcanza niveles insospechados.
Es necesario tener controles parentales sobre el uso que hagan los menores de Internet, pues a través del control parental podemos monitorear la navegación, restringir contenidos no aptos para menores y bloquear páginas o usuarios que puedan ser una amenaza para los niños/as.
Además, es posible establecer límites de tiempo en el que los menores pueden estar con el ordenador encendido, evitar que jueguen o accedan a ciertas aplicaciones y juegos o impedir que ejecuten ciertos programas.
También, si estás en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram y ves que alguna publicación no es apta para que un menor de edad la vea, puedes reportarla y el contenido desaparecerá de la línea de tiempo.
Hacer de internet un espacio seguro para nuestros niños está en nuestras manos. No los descuidemos mientras navegan en la red.

No cabe duda que las tecnologías han marcado un antes y un después en la sociedad en la que vivimos. Existen una serie de factores que nos puede indicar la necesidad de intervenir con respecto al uso excesivo de las Tecnologías de la información y Comunicación (TIC) en los adolescentes, como, por ejemplo:
– Utilizar más tiempo empleado en las tecnologías que en otras actividades.
– Abandonar momentos familiares y amistades.
– Demandar el uso de las TIC mientras está comiendo.
– Emplear mucho tiempo en internet sin ningún tipo de propósito.
– Presentar ansiedad y cambios bruscos de estados de ánimos al separarse de ellas.
– Tener dificultad para gestionar sus emociones, volviéndose incontrolables al ponerle límites sobre su uso.
Ahora bien, para responder a la pregunta debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:
– Los padres deben hacer un uso responsable de las tecnologías y deben establecer un tiempo límite con el uso de los ordenadores, Tablet, móvil, etc.
– Establece junto a tu hijo/a reglas consensuadas para navegar por internet.
– Es importante que no se utilicen las TIC para calmar a los niños/as.
– Los padres deben controlar el contenido de los juegos, procurando que estos sean adaptados a su edad. Es conveniente que promuevan actividades alternativas a los videojuegos y que también sean de interés y motivación para los niños/as. Sería conveniente que permanecieran junto a sus hijos/as mientras usan los dispositivos electrónicos.
– Evitar que utilicen las tecnologías por la noche, antes de ir a dormir.
– Utilizar un software de control parental.
– Buscar ayuda profesional si fuera necesario.

El uso de la tecnología no está exento de riesgos. Enseñar a los menores cuál es la forma correcta de utilizarla es una tarea en la que han de involucrarse los adultos también en casa. Se trata de establecer unas normas y hábitos de uso con el fin de alejar a los hijos de posibles peligros.

Para proteger a los menores es imprescindible que sus progenitores hagan una labor de prevención. Establecer ciertas rutinas y configurar adecuadamente los dispositivos que utilizan los menores ayuda a que adquieran determinados hábitos que mejoren su seguridad en el uso de la tecnología.

Es imprescindible hablar con los menores sobre los peligros de la Red y hacerles saber que si ven algo extraño han de avisar a un adulto. Estar al tanto de las actividades online que realizan, colocar los dispositivos en un espacio común de la casa o implementar controles parentales, son acciones de prevención necesarias.

Como medida adicional, se recomienda consultar con el proveedor de internet, para constar si cuentan con algún tipo de servicio que permita restringir el acceso a determinadas webs y herramientas de comunicación. En caso afirmativo, resultará muy útil para tener un mejor control de lo que hacen los menores cuando usan los dispositivos tecnológicos.

Además, hay que realizar una labor educativa para enseñar a los más pequeños el valor de la privacidad. Esto incluye explicarles cuáles son los ciberriesgos de la publicación de fotos o información personal en Internet y lo difícil que es eliminarla una vez que se hace pública. Una responsabilidad que también recae en los adultos, pues los padres deben entender las implicaciones de que exista información o fotos de sus hijos online. Dejan una huella digital y, si cae en manos equivocadas, puede ser utilizada para recopilar información personal de los pequeños, conocer el nombre y ubicación de su colegio, el nombre completo del niño o incluso su fecha de nacimiento… Todo esto puede tener graves consecuencias, desde el robo de identidad hasta el ciberacoso.

En definitiva, cuidar las etiquetas geográficas cuando se comparte contenido, establecer límites en el tiempo de uso y, sobre todo, educar antes que supervisar, son parte de las claves para que los más pequeños utilicen la tecnología y accedan a internet de forma segura.

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) exige un mayor rigor cuando el consentimiento en cuanto a ceder datos personales, se obtiene de un menor, debido a que va dirigido a una persona más vulnerable que aún no está totalmente formada. La LOPD establece una protección especial para los menores de edad al considerarlos como el sector más frágil y por su dependencia de los padres o tutores legales. En el caso de los menores de 14 años requerirán el consentimiento de los padres o tutores. Por lo que, si este es tu caso, debes denunciarlo.

La recomendación para los niños mayores de siete años hasta su pubertad no debería de exceder de los 60 minutos a 90 minutos diarios.
En este periodo es muy importante facilitar al niño otras alternativas alejadas del mundo digital, ya que un consumo excesivo puede tener importantes consecuencias sobre su salud en un momento en que se fijan los buenos hábitos de la vida.
Los estudios han demostrado que:
● Pasar demasiadas horas ante las pantallas favorece el sedentarismo y la obesidad infantil.
● También está demostrado que mientras están jugando con dispositivos electrónicos sufren peor calidad de sueño y duermen menos, debido a la luz azul de las pantallas tiene sobre la melatonina endógena, que es la que regula el sueño.
A esta edad los padres deben supervisar los contenidos que ven sus hijos y habilitar los controles parentales correspondientes para que no puedan acceder a páginas inadecuadas. Muchos de los contenidos infantiles contienen anuncios que no son apropiados para ellos, especialmente cuando son muy pequeños, ya que no son capaces de diferenciar la realidad de la publicidad.
Algunos consejos prácticos para limitar el uso de pantallas:
-Haga que en las habitaciones donde haya televisores, ordenadores y otros dispositivos que contengan pantallas estén provistas de abundantes objetos de entretenimiento que carezcan de pantalla.
– Tenga los televisores, los iPads y otras pantallas fuera de la habitación de su hijo o de su hija.
– Apague todas las pantallas durante las comidas.
– No permita que su hijo o su hija vea la televisión mientras hace los deberes.
– Trate el tiempo de televisión como un privilegio que su hijo, o su hija, se tiene que ganar.
– Pruebe a prohibir la televisión entre semana.
– Sea un buen ejemplo. Limite el tiempo que usted dedica a ver la televisión.
– Revise la programación de televisión y las reseñas sobre los programas.
– Vea los programas antes que su hijo o su hija.
– Use la clasificación por edades de los contenidos.
– Utilice las herramientas de selección.
– Elabore un programa de televisión para toda la familia.
– Infórmese sobre las políticas que siguen otras personas sobre la televisión.
– Plantee alternativas sin pantallas que sean divertidas.

Los estudios realizados por expertos en el área de la infancia recomiendan tener un móvil propio a los 16 años, aunque las cifras muestran que esa recomendación está lejos de cumplirse en la vida real. En España estas son las estadísticas: el 25% de los niños y niñas ya tienen móvil propio a los 10 años, casi el 75% a los 12 años, y más del 90% a los 15 años.

Si bien nunca antes de los doce años, se puede determinar la edad ideal para usar el móvil dependiendo la madurez y las necesidades concretas de cada niño o niña. Serán los padres y las madres los que deberán hacerse cargo de estipular las limitaciones al uso del dispositivo, tiempos, así como del tipo de móvil que vaya a utilizarse y del grado de limitaciones que se impongan por parte de los padres.

Los expertos señalan que las ventajas de adquirir un móvil para un niño o niña de menos edad, es que es más difícil establecer límites para un menor de 14 o 15 años que, frente a uno de 12, pues en éste último caso, resulta más sencillo. Tienen que aprender que deben ganarse la confianza de sus padres y madres, antes de tener acceso a ciertas cosas, como en otros aspectos de la vida.

Es muy importante que los padres y madres ejerzan un control parental efectivo en estas primeras etapas del uso del móvil:

–  Limitando el tiempo de exposición. Fomentando sus relaciones sociales y la realización de otras actividades.

–  Explicar los peligros de las redes sociales. (Pudiéndose tratar temas como el cyberbullying o la pedofilia ajustando la información a la edad tanto cronológica como madurativa de cada menor)

–  Explicar el concepto de privacidad.

–  Revisar el aparato periódicamente.

Debemos ser responsables con la compra del móvil de nuestros hijos o hijas, por lo tanto, antes de comprarlo, y según recomiendan algunos expertos del sector, deberíamos hacernos estas sencillas preguntas:

– ¿Necesita usarlo por una cuestión de seguridad?

– ¿Cómo puedes establecer ciertos límites?

– ¿Crees que lo usará de manera responsable?

– ¿Estar más en contacto con sus amigos será beneficioso para mi hijo/a?

El 64% de los niños y niñas entre 2 y 5 años y el 78% de los que tienen entre 6 y 11 años utilizan la Tablet. Vivimos en una sociedad inmersa en las redes sociales, donde los más pequeños/as de la casa son usuarios de Internet desde edades muy tempranas.
Cada red social tiene una edad mínima recomendada para tener una cuenta, por lo que podría ser una buena referencia de cuál es la edad recomendable para que empiecen a hacer uso de las redes sociales.

 

EDAD MÍNIMA PERMITIDA RED SOCIAL
13 AÑOS o Twitter
o Snapchat
o Tik Tok
14 AÑOS o Facebook
o Instagram
o Google (Gmail)
o Youtube (excepto los vídeos marcados como inapropiados para menores de 18 años).
16 AÑOS o LinkedIn
o Whatsapp

No obstante, ese uso debe responder, no solo a la edad del menor, sino a su madurez y capacidad de hacer un uso responsable de las redes sociales. Y es imprescindible que los padres, madres o adultos de referencia conozcan esas redes y hagan con ellos/as un proceso de acompañamiento para supervisar y orientarles en su uso, así como ser conocedores de las herramientas de control parental existentes.

La utilización excesiva, que puede llegar a la adicción. Un uso preocupante se da cuando podemos percibir en nuestros hijos una tensión o ansiedad si no tienen el móvil cerca. Podemos confirmar que se trata de una adicción cuando:
● Se le dedica mucho tiempo al uso del móvil, utilizándolo en momentos inadecuados, cuando come, estudia, hace deporte.
● Afecta a las relaciones familiares provocando grandes conflictos y aislamiento social.
● Lo usa a deshoras pasando mucho tiempo en la habitación,
● Se enfada cuando se le reduce el uso del móvil o se le llama la atención,
● Afecta al rendimiento escolar, y reduce la realización de otras actividades favoreciendo el sedentarismo.
A todo esto, podemos sumar, los delitos que puede cometer el menor, los riesgos a los que están sometidos, el uso de los teléfonos móviles y tablets con su cámara, aplicaciones, redes sociales y grupos de Whatsapp hace que estén los menores sometidos a problemas de seguridad y privacidad derivados del mal uso de las tecnologías, estos riesgos pueden ser de dos tipos:
– Acoso.
– Delitos contra la intimidad.
– Ante todo esto, hay que prevenir a nuestros hijos e hijas de las repercusiones negativas de sus acciones y acostumbrarles a que no agreguen a desconocidos.
Por todo ello, es necesario, prevenir sin prohibir:
– Favoreciendo el diálogo familiar.
– Usando el móvil cuanto más tarde mejor, un niño o niña menor de 10 años no necesita móvil. En cualquier caso, hay que hacer que sea consciente de su valor y su coste.
– Utilizando mejor tarjeta de prepago que con contrato, para que su uso sea limitado.
-Observando en todo momento el comportamiento de los niños y niñas respecto al móvil y las nuevas tecnologías.
-Controlando siempre el uso que hace el niño o niña del móvil, sabiendo sus contraseñas y accesos a redes, ya que ante cualquier problema los responsables judicialmente somos los padres y las madres.
-Poniendo normas claras sobre cuándo y cómo utilizar el móvil, no se trata de prohibir su uso, sino de establecer límites, para ello hay publicado desde la página web de la Policía Nacional un “contrato” de padres a hijos sobre el uso que se debe hacer del móvil y las condiciones que debe cumplir para disponer de él, teniendo claro que se le puede retirar si no se cumple.
§ Tener claro cómo actuar ante un problema:
– Hablando con los hijos y las hijas, evitando hacerlo cuando se está enfadado, ya que discutir sólo lleva a agravar el problema.
– Dando ejemplo, los adultos a veces abusamos del móvil delante de nuestros hijos.
– En caso de que sea objeto de ciberacoso, con chantajes y amenazas, con publicar fotos privadas en redes sociales o que puedan comprometer o perjudicar, insistirle en que debe contárselo a los padres y madres, o en los Centros escolares, y si el tema es grave o delictivo acudir a denunciarlo, aportando los detalles oportunos.
– Si el problema es puntual negociar el uso del móvil, eso quiere decir que deben ceder las dos partes.
– Educando con disciplina, pero siendo justos, evitando castigos extremos. Los castigos deben ser rápidamente administrados, justos y explicados claramente, para que el adolescente sepa exactamente porque ha recibido un castigo o le han quitado el móvil.
– Favoreciendo conductas alternativas e incompatibles con la adicción, por ejemplo, que escuchen música, hagan deporte o cualquier otro hobby.
– Buscando ayuda externa cuando se vea que no se consigue ayudarle.
(Información extraída del Ministerio de Educación Cultura y Deporte)

Oversharing, se define la obsesión por compartir en la web absolutamente todo lo que se hace a través de fotos o vídeos, especialmente de los hijos. Y es que muchos padres y madres hacen de sus hijos o hijas los verdaderos protagonistas de sus cuentas sociales.
Sin embargo, como padres o madres, debemos tener en cuenta que tal y como establece la Ley Orgánica 1/1996 de 15 de enero en su artículo 4: “1. Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. ……5. Los padres o tutores y los poderes públicos respetarán estos derechos y los protegerán frente a posibles ataques de terceros”. Por lo cual, somos los responsables de salvaguardar la intimidad de nuestros hijos e hijas.
Algunas recomendaciones antes de subir fotos de nuestros hijos o hijas a redes pueden ser:
– Respetar siempre la intimidad de los y las menores. Tal vez ellos no quieran (ahora o en el futuro) que otros vean esos momentos que, aunque puedan ser divertidos, a posteriori puedan causarles vergüenza o ser objeto de burla de sus amigos.
– No publicar nunca fotos de niños o niñas desnudos.
– Valorar siempre como alternativa el envío por email de algunas fotografías, medio más seguro y no tan público.
– Limitar la privacidad de los perfiles.
Si bien, creemos que, en este caso, debemos de conocer lo que dicta la ley al respecto:
Recientemente el Tribunal Supremo se ha pronunciado sobre el derecho a la propia imagen de los menores, mediante Sentencia, de fecha 30 de junio de 2015, dictada por la Sala Primera del Tribunal Supremo, en cuyo Fundamento de Derecho Segundo señala:
«La imagen, como el honor y la intimidad, constituye hoy un derecho fundamental de la persona consagrado en el artículo 18.1 de la Constitución, que pertenece a los derechos de la personalidad, con todas las características de estos derechos y que se concreta en la facultad exclusiva del titular de difundir o publicar su propia imagen pudiendo en consecuencia evitar o impedir la reproducción y difusión, con independencia de cuál sea la finalidad de esta difusión y que en el caso de menores tiene como presupuesto el hecho de que siempre que no medie el consentimiento de los padres o representantes legales de los menores con la ausencia del Ministerio Fiscal, la difusión de cualquier imagen de éstos, ha de ser reputada contraria al ordenamiento jurídico (SSTS de 19 de noviembre de 2008 ; 17 de diciembre 2013 ; 27 de enero 2014, entre otras). Es en definitiva, es la propia norma la que objetiva el interés del menor y la que determina la consecuencia de su desatención.»
Es decir, tal como señala el Tribunal Supremo, «siempre que no medie el consentimiento de los padres o representantes legales de los menores con la ausencia del Ministerio Fiscal, la difusión de cualquier imagen de éstos ha de ser reputada contraria al ordenamiento jurídico.»
Por lo tanto, a la vista de dicha sentencia podemos concluir que, cuando ambos progenitores están de acuerdo y dan su consentimiento, la cuestión de publicar fotos de los hijos en las redes sociales no plantea problemas.
Aunque, en todo caso, habrá que recordar que los padres y madres tienen la responsabilidad de proteger la imagen de sus hijos e hijas, por lo que lo mejor es que, a la hora de publicar fotos de sus hijos o hijas en las redes sociales, actúen con «sentido común» y eviten una sobreexposición de los menores.
Al ser el derecho a la propia imagen un derecho fundamental, la decisión de colgar una foto de los hijos o hijas en una red social pertenece a la esfera de la patria potestad, patria potestad que en la mayoría de los casos comparten ambos progenitores, estén casados, sean pareja de hecho, separados o divorciados.
Así pues, publicar una foto de los hijos o hijas en una red social es una decisión de ambos progenitores, independientemente de la relación que haya entre ellos o que tengan atribuida la custodia de forma exclusiva o compartida.
En cuanto al menor mayor de 14 años:
Llegados a este punto, otro dato a tener en cuenta es la edad del menor. En este sentido el artículo 13.1 del Real Decreto 1720/2007, de 21 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal establece que: «1. Podrá procederse al tratamiento de los datos de los mayores de catorce años con su consentimiento, salvo en aquellos casos en los que la Ley exija para su prestación la asistencia de los titulares de la patria potestad o tutela. En el caso de los menores de catorce años se requerirá el consentimiento de los padres o tutores.»
En consecuencia, una vez que el menor cumple los 14 años, es éste y no sus padres el que debe dar su consentimiento a la hora de publicar fotos de él o ella en las redes sociales, salvo en aquellos casos en los que la ley exija para su prestación la asistencia de los titulares de la patria potestad o tutela.

Comportamientos Sexuales y Educación Sexual

El sexo es un tema típico en las noticias, el entretenimiento y las publicidades. Muchas veces, es difícil evitar este tema constante. Pero cuando los padres y madres y los adolescentes necesitan hablar, no siempre es fácil. Si esperas al momento perfecto, es posible que dejes pasar las mejores oportunidades.
En cambio, piensa en la educación sexual como una conversación continua. A continuación, te ofrecemos algunas ideas para comenzar, y para mantener la conversación.
– Aprovecha el momento. Cuando en un programa de televisión o un video musical se planteen temas sobre la conducta sexual responsable, úsalo como un trampolín para el debate. Recuerda que las actividades cotidianas, como viajar en automóvil o guardar los alimentos, algunas veces son los mejores momentos para conversar.
– Sé honesto. Si te sientes incómodo, dilo, pero explica que es importante continuar hablando. Si no sabes cómo responder las preguntas de tu hijo adolescente, ofrécele ayuda para buscar las respuestas.
– Sé directo. Expresa con claridad lo que sientes acerca de temas específicos, como el sexo oral y las relaciones sexuales. Presenta los riesgos objetivamente, entre ellos, el dolor emocional, las infecciones de transmisión sexual y el embarazo no planificado. Explica que el sexo oral no es una alternativa libre de riesgos en las relaciones sexuales.
– Considera el punto de vista de tu hijo/a adolescente. No regañes a tu hijo/a adolescente, ni lo asustes para desalentar la actividad sexual. En cambio, escúchalo atentamente. Comprende las presiones, los desafíos y las preocupaciones de tu hijo o hija adolescente.
– No te centres solo en los hechos. Si bien tu hijo o hija adolescente necesita información precisa sobre el sexo, también es importante hablar sobre los sentimientos, las actitudes y los valores. Analiza las cuestiones de ética y responsabilidad en el contexto de tus creencias personales y religiosas.
– Fomenta el diálogo. Hazle saber a tu hijo/a adolescente que está bien hablar sobre sexo siempre que tenga preguntas o inquietudes. Recompensa las preguntas diciendo: «Me alegra que me consultes».
Abordar los temas difíciles
La educación sexual de los y las adolescentes incluye abstinencia, violación, homosexualidad y otros temas difíciles. Prepárate para responder preguntas tales como:
– ¿Cómo sé si estoy listo/a para tener relaciones sexuales? Diversos factores, como la presión de grupo, la curiosidad y la soledad, por nombrar algunos, hacen que los y las adolescentes comiencen a tener relaciones sexuales a temprana edad. Pero no hay apuro. Recuérdale a tu hijo hija adolescente que está bien esperar. El sexo es un comportamiento de adultos. Mientras tanto, hay otras formas de expresar afecto: charlas íntimas, largas caminatas, tomarse de la mano, escuchar música, bailar, besarse, tocarse y abrazarse.
– ¿Qué sucede si mi novio/a quiere tener relaciones sexuales, pero yo no quiero? Explícale que nadie debería tener relaciones sexuales por obligación o temor. Toda forma de sexo forzado es una violación, independientemente de que quien lo haga sea un extraño o alguien que tenga citas con tu hijo o hija adolescente.
Hazle comprender a tu hijo/a adolescente que «no» siempre significa no. Haz hincapié en que el alcohol y las drogas afectan el juicio y reducen las inhibiciones, lo cual provoca situaciones en las que hay más probabilidades de que se produzca una violación.
– ¿Qué hago sí creo que soy homosexual? Muchos adolescentes se preguntan en algún momento si son homosexuales o bisexuales. Ayuda a tu hijo/a adolescente a comprender que recién está comenzando a explorar la atracción sexual. Estos sentimientos pueden cambiar con el paso del tiempo. Si no lo hacen, no habrá ningún problema.
Una respuesta negativa a las preguntas de tu hijo o hija adolescente o ante la afirmación de que es homosexual puede tener consecuencias negativas. Los jóvenes de la comunidad de lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgénero, que no tienen la aceptación de la familia tienen un mayor riesgo de sufrir infecciones de transmisión sexual, abuso de sustancias, depresión e intentos de suicidio. La aceptación de la familia puede protegerlos contra esos riesgos. Sobre todo, dile a tu hijo/a adolescente que lo amas incondicionalmente. Elogia a tu hijo/a adolescente por compartir sus sentimientos. Escucha más de lo que hablas.
Relaciones saludables contra relaciones no saludables:
En general, los adolescentes y los adultos desconocen la frecuencia con la que se produce la violencia durante el noviazgo; por lo tanto, es importante conocer los hechos y compartirlos con tu hijo/a adolescente. Los padres y madres también deben estar alerta a las siguientes señales de advertencia que indican que un adolescente puede ser víctima de violencia durante un noviazgo:
– Consumo de alcohol o drogas
– Evitar amigos y eventos sociales
– Justificar el comportamiento de su pareja
– Temor cuando está cerca de la pareja
– Pérdida de interés en la escuela o en las actividades que antes disfrutaba
– Moratones, rasguños u otras lesiones sospechosas
– Los o las adolescentes que se encuentran en relaciones de maltrato corren mayor riesgo de sufrir consecuencias a largo plazo, como bajo desempeño académico, consumo de alcohol en exceso e intentos de suicidio. Es posible que la repercusión emocional de las relaciones no saludables también sea duradera, lo que aumenta la probabilidad de tener relaciones infelices y violentas en el futuro.
Las lecciones que los y las adolescentes aprendan hoy sobre el respeto, las relaciones saludables y lo que está bien y mal se reflejarán en sus relaciones futuras. Es importante que hables con tu hijo/a adolescente ahora sobre qué constituye una relación saludable y qué no.
Reacción ante el comportamiento:
Si tu hijo o hija adolescente, comienza a tener relaciones sexuales, independientemente de si crees que está listo/a o no, quizás sea más importante que nunca mantener una conversación fluida. Comunica tus sentimientos de manera abierta y honesta. Recuérdale a tu hijo/a adolescente que esperas que se tome el sexo y las responsabilidades asociadas con seriedad.
Destaca la importancia de mantener relaciones sexuales seguras, y asegúrate de que tu hijo/a comprenda cómo obtener y usar anticonceptivos. Podrías hablar sobre cómo mantener una relación sexual exclusiva, no solo como una cuestión de confianza y respeto, sino también para reducir el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual. Además, establece e impone límites razonables, como horarios y normas con respecto a las visitas de amigos/as.
El médico de tu hijo/a adolescente también puede ayudar. Un control de rutina puede darle a tu hijo/a adolescente la oportunidad de abordar asuntos relacionados con la actividad sexual y otros comportamientos en un ambiente confiable y de apoyo.
El médico también puede hacer hincapié en la importancia de la vacunación de rutina contra el virus del papiloma humano en jóvenes de ambos sexos, para ayudar a prevenir las verrugas genitales y el cáncer de cuello uterino, ano, boca y garganta, y pene.
Con tu apoyo, tu hijo/a adolescente puede llegar a ser un adulto sexualmente responsable. Sé sincero y habla con el corazón. Si tu hijo/a adolescente no parece interesado en lo que tienes para decir sobre el sexo, dilo de todas formas, probablemente esté escuchando.

Suele darse mucho las relaciones entre chicas/os de 16 o 17 años con parejas de 18 o 19 años. En el caso de las chicas es muy usual, ya que a nivel emocional y racional maduran antes.
Consideramos que es muy importante que la relación entre tu hijo/a y tú sea de confianza y cercana, cosa que hay que ir creando desde pequeños/as, sin juzgar y a partir de la adolescencia saber negociar con ellos/as. De esta manera ya nos ganaremos la confianza para que puedan contarnos las cosas.
Igual no nos servirá de nada ser estrictos/as porque esto solo puede tensar más la relación con tu hijo/a. A partir de aquí lo fundamental es hacerle entender esta situación, las desventajas que tiene en cuanto a la edad, comprensión y lo que dice la ley respecto a esta situación. Asimismo podría ser importante limitar las salidas, poner normas etc..
Evidentemente si la relación fuese con una persona mucho más mayor que ella/el ya tendríamos que tomar otras medidas con esa persona o a nivel legal.

La sexualidad es parte de la vida de todas las personas, sin importar la edad. A medida que sus hijos crecen y se desarrollan, es probable que comiencen a reírse sobre las «partes privadas», que se cuenten chistes «verdes» (obscenos) y que busquen palabras «tabú» en el diccionario. Esta curiosidad es natural. Además, es usual que un niño/a tenga preguntas a cualquier edad. Cuando su hijo/a esté lista para hacer preguntas, usted, como padre/madre de familia, debe estar listo a contestar.
Todos los días se presentan situaciones propicias para enseñar a sus hijos temas relativos al sexo. Por ejemplo, a la hora del baño, puede hablar sobre las partes del cuerpo y qué significa «privado». Un embarazo o un nacimiento en la familia son un buen momento para comentar cómo se concibe y nace un bebé. Ver televisión con sus hijos también puede ser un buen momento para comentar las relaciones que aparecen en la pantalla.
Momentos para educar a su hijo/a pueden presentarse en cualquier lugar: mientras van de compras, en el cine, o hasta en el parque. No es necesario dar un discurso. Primero, averigüe lo que sus hijos ya saben. Deje que sean ellos quienes guíen la conversación y hagan las preguntas. Es posible que algunos niños o niñas no pidan información si perciben que usted se siente incómodo de tratar el tema. Otros podrían ponerle a prueba haciendo preguntas incómodas. Hable abiertamente y hágale saber al niño o la niña que puede hacerle cualquier tipo de pregunta.
Cuando los niños y niñas comienzan a hacer preguntas, los siguientes consejos pueden facilitar la situación para ambos:
– No se burle ni se ría, aunque la pregunta sea cómica. Si usted se ríe, el niño/a podría sentirse avergonzado.
– Procure no parecer avergonzado/a o asumir una actitud demasiado seria hacia el tema.
– Sea breve. Conteste con términos sencillos. Su hijo/a de cuatro años de edad no necesita saber los detalles del coito sexual.
– Sea honesto. Use el nombre propio de cada parte del cuerpo.
– Note si el niño quiere o necesita saber más. Después de responder, pregunté: «¿Resolví tu pregunta?»
– Perciba las respuestas y reacciones del niño/a.
– Prepárese a repetir las cosas.
Si le incomoda hablar o contestar ciertas preguntas sobre el sexo, manifiéstelo con sinceridad. Tal vez pueda pedirle ayuda a un pariente, a un amigo cercano o al médico de su hijo/a para explicar ciertas cosas.
Las preguntas que puede anticipar
Las preguntas y las respuestas apropiadas dependerán de la edad del niño/a y su capacidad de comprensión. Las siguientes son preguntas y temas comunes según grupos de edad:
Niños en edad preescolar
«¿Cómo llegué a tu barriga?»
«¿Dónde estaba yo antes de llegar a tu barriga?»
«¿Cómo salí?»
«¿De dónde vienen los bebés?»
«¿Por qué las niñas no tienen pene?»
18 meses a 3 años de edad. Los niños en este grupo de edad comienzan a aprender acerca de su propio cuerpo. Es importante enseñarles los nombres apropiados de cada parte del cuerpo. Inventar un nombre para ciertas partes del cuerpo podría dar la idea de que el nombre propio tiene algo de malo. Además, enseñe a sus hijos/as qué partes son privadas (las partes cubiertas por un traje de baño).
4 a 5 años de edad. Los niños y niñas en este grupo de edad pueden comenzar a mostrar interés hacia la sexualidad básica, tanto la propia como la del sexo opuesto. También es posible que se toquen los genitales, e incluso que muestren interés hacia los genitales de otros niños. Estas son señales de un interés normal. Sin embargo, es importante que los niños y niñas aprendan qué es correcto y qué no. La familia debe establecer límites a la exploración. Estas son algunas cosas que podría enseñarles a sus hijos:
● El interés en los órganos genitales es saludable y natural.
● El desnudarse y hacer juegos sexuales en público no es correcto.
● Ninguna otra persona, ni siquiera los amigos cercanos y los parientes, pueden tocar «las partes privadas» de su niño/a. La excepción son los médicos y enfermeros durante los exámenes físicos con el permiso de los padres, y los padres mismos cuando tratan de hallar la causa de un dolor en la zona genital.
Niños en edad escolar:
«¿A qué edad puede una niña tener un bebé?»
«¿Por qué un niño tiene erecciones?»
«¿Qué es la menstruación?»
«¿Cómo tienen relaciones sexuales dos personas?»
«¿Por qué a algunos hombres les gustan los hombres?»
5 a 7 años de edad. Los niños en este grupo de edad aprenden más acerca de las relaciones interpersonales y pueden interesarse en lo que pasa sexualmente entre los adultos. Sus preguntas se harán más complejas a medida que tratan de entender la conexión entre la sexualidad y la gestación de un bebé. Es posible que lleguen a sus propias conclusiones sobre el funcionamiento del cuerpo o el origen de los bebés. También pueden recurrir a los amigos/as para hallar respuestas.
Es importante ayudar a sus hijos e hijas a entender la sexualidad de un modo saludable. Las lecciones y los valores que aprendan a esta edad permanecerán con ellos y ellas como adultos y fomentarán relaciones significativas cuando sean mayores.
8 a 9 años de edad. Los niños en este grupo de edad probablemente ya tengan una noción de lo que es correcto e incorrecto. Son capaces de entender que el sexo es algo que ocurre entre dos personas que se aman. Pueden mostrar interés hacia el modo en que papá y mamá se enamoraron. A medida que surgen preguntas sobre romance, amor y matrimonio, también podrían sentir curiosidad hacia las relaciones homosexuales. Use estas ocasiones para comentar las ideas de la familia sobre la homosexualidad. Explique que amar a alguien no depende del género de la persona, y que es algo distinto a sentirse atraído por alguien sexualmente.
A esta edad, los niños y niñas pasarán por muchos cambios que los preparan para la pubertad. Ser sexualmente responsables es una de las lecciones más importantes que usted podrá enseñarles.
Recuerde: el hablar sobre sexo y sexualidad le brinda la oportunidad de compartir sus valores y creencias con sus hijos o hijas. Tal vez el tema o las preguntas le generen vergüenza, pero sus hijos/as necesitan saber que en todo momento pueden recurrir a una fuente confiable y honesta para resolver sus dudas: sus padres y madres.

Los seres humanos somos seres sexuados, por lo que experimentamos con nuestro cuerpo desde que somos muy pequeños/as. Los niños y niñas comienzan a tener comportamientos sexuales desde edades muy tempranas, exploran sus cuerpos, se tocan, frotan y observan partes de su cuerpo, incluidos los genitales. Es importante conocer qué comportamientos son normales y cuáles son menos comunes, para no alarmarnos, ni darle una connotación, como adultos, que no corresponde.
COMPORTAMIENTOS SEXUALES COMUNES EN LA INFANCIA
Menores de 4 años o Explorar y tocarse los genitales, en público y privado.
o Frotarse los genitales con la mano o contra objetos.
o Mostrar los genitales a otras personas.
o Intentar toca el cuerpo de otras personas.
o Querer estar desnudo.
o Interés por observar el cuerpo desnudo de otras personas.
o Hacer preguntas sobre su cuerpo y el de otras personas.
Menores entre 4 y 6 años o Tocarse los genitales a propósito en presencia de otros, ocasionalmente.
o Interés por observar el cuerpo desnudo de otras personas.
o Imitar comportamientos de pareja (besarse, cogerse la mano…)
o Hablar de los genitales utilizando palabras inapropiadas, aunque no comprendan su significado.
o Explorar el cuerpo de otros niños/as de su misma edad mediante juegos o “te enseño el mío, si me enseñas el tuyo”, etc.
Menores entre 7-12 años aproximadamente. o Tocarse los genitales a propósito, usualmente en privado.
o Jugar con niños/as de la misma edad a juegos que involucran comportamiento sexual (mamá/papá, verdad o consecuencia, etc.)
o Interés por observar el cuerpo desnudo de otras personas.
o Mirar fotos de personas desnudas o semidesnudas.
o Ver/escuchar material de contenido sexual a través de los medios de comunicación.
o Más celosos con su intimidad, evitando mostrarse desnudos delante de otras personas o no queriendo hablar con adultos sobre temas sexuales.
o Sentir atracción sexual e interés por otros niños/as de su edad.
Tabla 1. Elaborada a partir de Desarrollo sexual y conducta en los niños (The National Child Traumatic Stress Network).
Para cualquier duda sobre los comportamientos sexuales de sus hijos e hijas, pueden consultar con su pediatra.

Se trata de una situación muy delicada y no debe permitirlo. Además, mantener relaciones sexuales con una persona menor de 16 años es delito castigado con pena de cárcel.

La sexualidad es parte de la vida de todas las personas, sin importar la edad. A medida que sus hijos crecen y se desarrollan, es probable que comiencen a reírse sobre las «partes privadas», que se cuenten chistes «verdes» (obscenos) y que busquen palabras «tabú» en el diccionario. Esta curiosidad es natural. Además, es usual que un niño/a tenga preguntas a cualquier edad. Cuando su hijo/a esté lista para hacer preguntas, usted, como padre/madre de familia, debe estar listo a contestar.

Homosexualidad

La sexualidad forma parte de la vida de las personas, sin importar la edad. Como padres/madres es importante hablar de ello con naturalidad y con lenguaje adecuado a la edad del niño o la niña.
Cualquier momento puede ser adecuado para comenzar a hablar con sus hijos/as sobre sexualidad: cuando se duchan, si hay un embarazo o nacimiento cercano, cuando ven la televisión, etc.
-Si hacen preguntas: nunca hay que burlarse o reírse (aunque la pregunta sea cómica), el niño/a se podría sentir avergonzado/a.
-No ponerse muy serio ni manifestar preocupación al hablar del tema.
-Ser breve y adecuar la respuesta a la edad de su hijo/a.
-Llamar a las cosas por su nombre: nombrar con naturalidad las partes del cuerpo, las relaciones, la inclinación sexual o la identidad de género.
– Estar atento/a si su hijo/a necesita más información o si no la ha comprendido correctamente.
Y recuerde que hablar con su hijo/a sobre sexualidad le da la oportunidad de compartir sus valores y creencias con ellos/as, usted es su canal de información y aprendizaje.

Si sabes que tus padres son homofóbicos, es aconsejable que ya tengas clara tu orientación sexual. Aunque sea duro no poder apoyarte en tus progenitores cuando estás en el proceso de definición, puede que haya otra persona de tu entorno cercano (otro familiar, un amigo/a de confianza, etc), en la que sí te puedas apoyar, y ese apoyo es importante.
Si ya te has decidido a contarlo en casa es necesario que te armes de paciencia y que entiendas las consecuencias de revelar este hecho. Puedes documentarte previamente para ofrecerles información objetiva, así como asociaciones o grupos de apoyo para que ellos mismos puedan consultar.
En el momento de comunicarlo, sé amable y comprensivo/a, es muy probable que tengan una reacción negativa, dolor, confusión, etc. Deja claro que no lo cuentas para hacerles daño, que tu vida es solo tuya y que debes de vivirla según la sientes. Aclárales todas las dudas que te planteen de manera adecuada y confía en su tolerancia y aceptación, que pueden llegar más temprano, o más tarde.

Como padre/madre he de tener en cuenta que la aceptación de la homosexualidad no es camino fácil para nuestro hijo/a. Pero no es un problema ni una enfermedad, nuestra posición sobre el tema es un ejemplo para él /ella sobre cómo afrontarlo.
Tanto si ha sido capaz de comunicarlo, como si no lo ha hecho, pero hemos sido capaces de reconocerlo, será un proceso largo y más o menos complejo, dependiendo del apoyo que reciba.
El mensaje que ha de llegar desde su progenitor/a es “nunca te dejaremos de querer y de apoyar”:
– Normalizar no equivale a no hablar del tema o hacer como si no pasara nada. La postura del silencio se percibe como rechazo.
– Si quiere hablar del tema, estar dispuestos/as a hacerlo. No forzarles a hablar si no quieren.
– No mostrar lástima o pena, deben sentir que confiamos en ellos/as y facilitarles el camino.
– Respetar sus opiniones o gustos personales sobre el tema sin juzgarlos.
– El cariño y apoyo incondicional son la mejor respuesta para ayudarles a sentirse bien con su orientación sexual.

Los niños y niñas en su primera infancia (hasta los 6 años aproximadamente) no suelen identificar el género de los objetos o vestimenta y experimentan con muchas cosas como un juego. Si las cosas son de “niños o de niñas”, es algo que van adquiriendo a través de los mensajes que reciben del entorno: familia, su grupo de iguales, la televisión, publicidad, etc. Es muy habitual que los varones de tres, cuatro o cinco años se vistan con ropa de su hermana o se pinten las uñas.

La identidad transgénero (no sentirse identificado/a con el género de nacimiento) puede manifestarse desde muy temprana edad, y muchas veces el niño/a pide que se dirijan a él /ella con un nombre nuevo, perteneciente al género con el que se identifica. Además, pueden mostrar más interés en actividades socialmente asociadas a ese género o vestirse o peinarse en consonancia. Debemos estar atentos/as si estas peticiones se mantienen en el tiempo, si son estables, y estar preparados/as para apoyarles incondicionalmente en su proceso.

Pero debemos tener muy claro que nuestro hijo/ no se identificará nunca como transgénero, por el hecho de jugar a disfrazarse de un personaje femenino, por imitar a su madre o hermanas o por jugar con muñecas.  Así que permitamos que nuestros hijos e hijas sean felices, experimenten y se diviertan.

Custodia de los Hijos

Ningún menor de edad puede decidir en cuanto a aspectos importantes de su vida, ya que pertenece a la práctica de la patria potestad. Sin embargo, todos los niños/as tienen derecho a ser escuchados, y además, a tener en cuenta su opinión cuando muestran la madurez suficiente.

La custodia compartida estricta no es siempre la mejor de las opciones, pues hay que tener en cuenta el ambiente familiar, las necesidades específicas de cada familia y, sobre todo, el bienestar de los y las menores.
La custodia compartida es esencial para lograr que la ruptura de pareja no acarree la ruptura de la familia. Así, los y las menores siguen teniendo referencia de los ambos progenitores, se enriquecen de ambos en los planos emocional, conductual y económico. En cuanto a los padres y madres, pueden educar a sus hijos e hijas y participar en todas las decisiones, siempre que no suponga un peligro físico o emocional para los hijos/as.

No hay baremos establecidos, si no hay nada que lo impida, la educación equilibrada entre padre y madre (o ambos progenitores) favorece el desarrollo y crecimiento personal de los hijos/as. Es importante valorar la situación de cada familia, puesto que en ocasiones las circunstancias no son las adecuadas para llevar a cabo una custodia compartida. Sin embargo, siempre que sea posible es beneficioso que ambos progenitores se impliquen de forma igualitaria en su cuidado.

Pautas Educativas y Estilos Educativos

Tantos los límites y normas como las consecuencias o represalias, deben ser siempre los propios progenitores, y no las parejas, los que los apliquen. Sin embargo, es importante, como en todas las familias, que haya un mensaje común por parte de los adultos y aporte coherencia a los menores.

A un/a niño/a educado/a en el consumismo y el capricho instantáneo se le hace daño porque no se le prepara, ni se le hace fuerte para las dificultades de la vida (no hablamos de la guerra, pero sí de un día de clase en el que habrá que esforzarse o una asignatura que resulta difícil).
Además, ese menor no aprende a distinguir el valor de las cosas. Le parece que todo es fácil de conseguir y de tener a disposición. Lo quiere y lo quiere ya. Se educa al niño/a para que se convierta en un tirano/a. Sin saberlo, será un tirano/a de sus propios padres porque exigirá más y más, y le echará en cara que no le dan lo que pide, si en algún momento esta falla.
Los progenitores que actúan de ese modo, aunque creen que lo hacen por amor, han de pensar que su comportamiento es un error. Es el momento de poner las cosas en su sitio, dejarse ayudar por alguien que, desde fuera, le apoye en la tarea a poner límites en los gastos y a espaciar lo que recibe el niño/a.

Autonomía y Educar en Responsabilidad. Normas y Límites

Dependiendo de la edad explicaremos las razones de esas normas y las consecuencias de dichas normas si se incumplen, procurando que las consecuencias tengan relación con la norma o límite que propongamos. En cualquier caso, si es posible según su edad, es muy positivo acordar las normas conjuntamente, así como las consecuencias negativas asociadas.

La convivencia satisfactoria no es algo que surja espontáneamente, sino más bien debe practicarse de forma consciente por todos los miembros de la familia. Mediante la aplicación de normas se garantiza una convivencia y entendimientos positivos, así como fomentar el respeto entre todos/as los miembros de la unidad familiar.
Para llevar a la práctica la aplicación de normas hay que tener en cuenta lo siguiente: establecer qué normas o pautas se deben seguir, tanto a nivel general como particular. La razón es lógica, no se le puede exigir a ninguna persona que siga unas normas que no conoce.
Los padres son los encargados de crear una serie de reglas para el hogar. Estas reglas deben cumplir una serie de características que las hacen mucho más efectivas:
– Deben ser imparciales.
– Deben ser claras y fácilmente interpretables.
– En las normas individuales, estas deben corresponderse con el nivel de madurez de cada uno de los miembros.
– Deben ser informados a todos los miembros de la familia.
– Deben poder cumplirse y ser aceptadas por todos/as.
– Puede incluir un condicionamiento.
A continuación, se presentan una serie de consejos para crear y aplicar normas en casa para que sea más llevadero y más fácil tanto para los padres como para los/as hijos/as:
– Diálogo: Es necesario que exista un diálogo que permita socializar las reglas. Mediante estas conversaciones todos los miembros del hogar podrán comprender el porqué de estas normas y su importancia. Asimismo, este diálogo permitirá a los menores que expresen su punto de vista y facilitará el respeto de las normas por parte de todos.
– Normas que faciliten la convivencia: Con el objetivo de que todos respeten las normas, éstas deben poseer un fin claro y sencillo: Mejorar la convivencia familiar. Por consiguiente, éstas deben ser explicadas de un modo consecuente con esta finalidad.
– Beneficios para todos/as: Independientemente del contenido de éstas, las normas establecidas deben beneficiar a todos los miembros de la unidad familiar de igual manera. Es decir, deben ser igualitarias y ofrecer los mismos beneficios y obligaciones para todos/as.
– Predicar con el ejemplo: En muchos contextos los niños y niñas aprenden mediante imitación, por lo tanto, el ejemplo de los padres y madres es esencial para que ellos interioricen las conductas de los progenitores desean ver en ellos/as.
– Flexibilidad: A pesar de que uno de los objetivos de las normas es que se lleven a cabo, es contraproducente obsesionarse con ellas. Tanto los padres y madres como los hijos/as deben presentar cierto grado de flexibilidad, de esta forma la convivencia sería mucho más satisfactorias y el cumplimiento de las normas no se convertirá en una carga.

Para Rafael Bisquerra, “educar en equilibrio entre la conciencia de los riesgos y el desarrollo de la autonomía personal es difícil. Lo importante no es tanto si salen solos a los dos, a los cuatro o a los 10 años, sino que cuando lleguen a la adolescencia estén realmente preparados para salir solos o en grupo, adoptando un comportamiento responsable y cívico, evitando comportamientos de riesgo, (violencia, vandalismo, consumo de sustancias, etc.) y no confundiendo valentía con imprudencia o temeridad”.
Aprender a ser autónomos en un lugar seguro como nuestra vivienda nos permite después progresar en el exterior; primero en un entorno cercano (mandándole a sacar la basura, a ir a por el pan o a buscar algo a casa de un vecino, etc.) y luego en trayectos más alejados.

El desarrollo de la autonomía personal es un objetivo prioritario en la educación de un niño o una niña. Un niño/a autónomo es aquel que es capaz de realizar por sí mismo/a aquellas tareas y actividades propias de los niños niñas de su edad y de su entorno socio cultural.
– Un niño o una niña poco autónomo/a es un niño/a dependiente, que requiere ayuda continua, con poca iniciativa, de alguna manera sobreprotegido.
– Los niños y niñas con pocos hábitos de autonomía, generalmente presentan problemas de aprendizaje y de relación con los demás. De ahí la importancia de su desarrollo: normalmente cuando progresan en este aspecto, también lo hacen en su aprendizaje y relación con los demás.
Algunos consejos básicos para fomentar la autonomía en los pequeños serían:
– Ofrecerles alternativas en sus elecciones, lo que incentiva la toma de decisiones y la aceptación de las consecuencias de sus actos.
– Presentarles nuevos retos que supongan un incremento en la dificultad y valorar el esfuerzo que realizan al enfrentarse a ellos: dejarles hacer cosas solos. La etapa del “yo solo” por la que pasan los niños puede ser muy estresante para los padres, pero es fundamental para el correcto desarrollo de los niños y las niñas, y debemos ayudarles, pero no impedirles que desarrollen actividades por sí mismos.
– Respetar su privacidad.
– Estimular su razonamiento, no ser los primeros en ofrecer respuestas a sus preguntas, fomentará su capacidad de llegar por sí mismos a soluciones.
– No desanimarles, evitar caer en la tentación de protegerles de posibles fracasos.
– Evitar que dependan exclusivamente de nosotros para resolver los problemas. Recordarles que hay numerosas fuentes de consulta que pueden utilizar para hallar respuestas y fomentar su pensamiento crítico.
– Ponerle en valor la autonomía y que vaya apuntando en que la va consiguiendo.
– Aprovechando los momentos relajados en familia.
– Reforzando sus logros y esfuerzos.
– Explicando paso a paso.
– El juego como herramienta de aprendizaje.
Primeros Pasos en el desarrollo de la autonomía:
– Higiene personal: ir solo al baño, lavarse, cepillarse los dientes, ducharse y dejar el cuarto de baño recogido.
– Vestirse. Preparar y recoger la ropa.
– Comer de todo y sin ayuda.
– Acostarse a la hora convenida en su cama.
– Juego: disfrutar jugando solo y compartiendo su juego con otros niños y niñas.
– Mantener ordenado su cuarto: juguetes, cuentos, ropa…

Todos sabemos que la adolescencia es una etapa complicada tanto para los jóvenes como para sus padres. En este sentido la comunicación en la familia es muy importante. Durante este momento surgen muchos sentimientos, emociones y circunstancias que, a veces, resultan difíciles de reconocer como pueden ser la orientación sexual, problemas de alcohol y drogas o acoso escolar entre otros. En ocasiones el cine nos muestra algunos de estos temas y puede ser un buen recurso para iniciar una conversación con nuestros hijos sobre ellos.
En esta sociedad en la que vivimos son muy importantes los mensajes visuales que se transmiten, pues son como esponjas que lo absorben todo y les influye en la su forma de vivir día a día. Quizá los padres y madres no estén tan acostumbrados, pero los hijos y las hijas, ya desde pequeños, reciben gran parte de información a través de la vista y de los medios audiovisuales.
Por ello, es conveniente que los y las adolescentes vean películas, series…, que les transmitan educación cultural, valores, intereses importantes para los adolescentes (fidelidad en la amistad, la capacidad de servicio para enseñar a los más débiles, todo lo que se refiere a la solidaridad, valentía, lealtad), resaltando que los y las adolescentes toman todo como ejemplo, lo bueno y lo malo, porque no suele tener el suficiente criterio. Por eso tienen tanta importancia los héroes de la pantalla: han de tener esas cualidades que les hagan identificarse con aquellos planteamientos humanos que queremos que compartan.

El psicólogo puede ayudar a los padres para dotarles de herramientas y pautas educativas, así como formas de negociar y acordar determinadas normas y límites. Normalmente somos los padres y madres lo que nos vemos sin apoyo en estas cuestiones, ya que “no nacimos aprendidos” y por eso, en ocasiones, y si es de manera reiterada que no nos funcionan las normas, podemos necesitar de un profesional de la psicología que nos ayude durante un tiempo.

A partir de los trece años será bueno ir facilitando y enseñando a nuestros hijos a hacer determinadas cosas que les den autonomía: coger una guagua al Instituto, salir con los amigos hasta determinadas horas etc. Consideramos que esto debe ser gradual, en unas primeras salidas podrían ir los padres o algún familiar a buscarlos, quedando a determinadas horas para ver qué nivel de cumplimiento tienen con los horarios etc. y posteriormente iremos concediendo más autonomía según demuestre dicha responsabilidad. Esto le ayudará también, con los años, a ser más independientes y saber que pueden enfrentarse a diferentes situaciones en la vida, creando sus propios recursos.

El castigo físico no está justificado en ninguna circunstancia en adultos y menos aún en niños/as.
Sabemos que no enseña conductas nuevas, sólo suprime temporalmente (y en algunos casos) conductas indeseables. La persona que castiga, puede sentirse temporalmente aliviada al desquitar su enfado, pero luego, puede llegar a sentir culpabilidad por responder de esa forma. En la mayoría de casos, el empleo del castigo físico ocurre por desconocimiento de otras formas de corregir ciertas conductas, porque confundimos disciplina con descontrol de la hostilidad o porque tendemos a repetir los mismos patrones de cómo fuimos educados.
Por ello, debemos ser conscientes de que su utilización puede conllevar consecuencias negativas para la persona que recibe el castigo. Principalmente, puede ocurrir que esa persona llegue a tener problemas emocionales, reproduzca más comportamientos disruptivo-agresivos o en el futuro repita los mismos comportamientos con sus hijos/as, pareja, etc…
Además, el niño/a evitará relacionarse con la persona que le castigó, puede comenzar a esconderse, mentir o rehuir el reconocimiento de su responsabilidad por temor a que se produzca de nuevo el castigo físico. Es decir, puede destruir en la infancia el sentido de apertura y relación de confianza en la relación padre/madre-hijo/a, o alterar su desarrollo moral.

En primer lugar, es necesario controlar desde la familia si el/la menor sabe gestionar el dinero. Es decir, si se lo auto-administra y ahorra una parte o se lo gasta todo. Por ello, si no sabe gestionar el dinero, será necesario enseñarle en primer lugar.
Por otro lado, la frecuencia en la que se le dará la paga, dependerá de la edad, la responsabilidad y el nivel de madurez de la/el menor. Primero se podrá empezar a dar una paga semanal. Pero, cuanto mayor sea su grado de responsabilidad y gestión con el dinero que se le da cada semana, se podrá aumentar a dárselo cada mes y ver cómo funciona.
Es importante que se siga una rutina, es decir, siempre darlo el mismo día, ya sea cada mes o cada semana ya que eso les resultará más fácil y cómodo a la hora de gestionar el dinero por parte de la/el menor.

Escuchar y considerar la opinión de los niños/as, es un derecho que tienen como ciudadanos/as. Esto contribuye a su desarrollo y hacen que se sientan felices y tomados en cuenta por lo que aumenta su autoestima. Al consultarles su opinión aprenden a expresar sus emociones, a escuchar, a decidir y ser responsables o asumir los resultados de esa decisión.
Además, en la medida que nosotros escuchemos y atendamos su opinión, ellos también atenderán y respetarán la opinión de los padres, fortaleciendo el vínculo afectivo. Se sienten escuchados/as y aprenden que pueden contar con ellos/as.
Pero escucharlos/as no significa que hagamos lo que ellos/as digan. Los padres son los adultos y los responsables de tomar las decisiones sobre su vida. Podemos preguntarles sobre sus gustos y necesidades, pero recordemos que no tienen la madurez necesaria para tomar algunas decisiones importantes.
Por ejemplo, cuando son pequeños, las cuestiones relacionadas con los hábitos alimenticios, la higiene personal, la hora a la que se duerme, el uso de tecnologías, ir al colegio…son decisiones que tomamos los adultos y de las que somos responsables.
Debemos ir adecuando la toma de decisiones a la edad y desarrollo cognitivo del niño/a. Hay que ir dando oportunidades desde muy temprano, para que el niño/a elija juegos, ropa, qué libro quiere que se le lea, qué desea merendar, etc. Una vez hecha la elección, la debe llevar hasta el final y no se le deben permitir conductas caprichosas. Tiene que experimentar las consecuencias de una elección equivocada, eso le servirá para ser más reflexivo/a y valorar aspectos positivos y negativos de una toma de decisión.

Es imprescindible que antes de imponer límites, los niños/as conozcan desde pequeños cuáles son sus deberes y derechos, y que vayan adquiriendo responsabilidades de forma progresiva.
Por ello, es importante que en casa establezcamos pocas normas, y que éstas sean claras y comprendidas. Es imprescindible dictar las normas desde el afecto, formulándolas de manera positiva y deben ser razonadas, para que comprendan los motivos de éstas y para que piensen y decidan por sí mismos sin necesidad de órdenes impositivas. El niño/a tiene que saber lo que debe o no debe hacer, así como las consecuencias de incumplir lo acordado. Y las consecuencias deben ser:
– Inmediatas o cercanas en el tiempo, no es muy efectivo que la consecuencia de lo que ha hecho hoy la tenga a los tres días porque si no, no entenderá la relación.
– Coherentes con la edad del niño.
– La conducta inadecuada y la consecuencia deben estar relacionadas. Por ejemplo, si un día se excede en el tiempo de uso de tecnologías, se le resta ese tiempo de otro día.
– El daño que se haya causado, debe ser restituido por el niño/a.
También es muy importante que estemos atentos a las buenas conductas para reforzarlas y alabarlas con frecuencia. A veces, caemos en la rutina de reprenderles y nos olvidamos de reconocer las cosas bien hechas, motivo por el cual se encuentran con escasa ilusión por hacer nuevas tareas y se produce el consiguiente y lamentable descenso de su autoestima.
Para lograr que nuestras hijas e hijos sean responsables y disciplinados, no debemos olvidar que todas las personas aprendemos con la práctica. Por eso padres y madres somos modelos insustituibles en el proceso de adquisición de hábitos responsables. Así, es fundamental mostrarnos con autodisciplina, control y dominio de nosotros mismos en los actos de nuestra vida diaria.

Antes de responder a esta pregunta, es importante conocer la etapa evolutiva del niño o la niña, puesto que los límites que funcionan en un niño al tener 5 años, no nos servirán con 6 o 7. Los menores como cualquier adulto responden a la manera de comunicarse que mantenemos con ellos/as. Por tanto, las razones por las que puede que no funcionen esos límites son:
1- La falta de perseverancia: es importante ser constantes y cumplir los límites establecidos, sin que ninguna persona externa sea flexible ante las normas que los tutores y padres o madres han puesto a sus hijos/as.
2- Las falsas expectativas: esperar que el niño o la niña, responda como deseamos ante los límites y que funcionen. De esta manera, creamos un sentido de que deben obedecer porque sí, cuando los menores de 3 años no tienen desarrollado el control sobre su voluntad, y a medida que crecen van desarrollando un control progresivo.
3- Enfocarse en corregir o limitar: Centrarse en lo positivo es igual de importante que en las conductas que deben ser limitadas, puesto que potencia que lo positivo se repita. ¡OJO! Esto no quiere decir que siempre sea así, ya que todos aprendemos de ensayo-error, por lo que es importante que de las limitaciones también salga reforzado/a que lo tome como un proceso de aprendizaje, estableciendo siempre consecuencias.
Por ejemplo: “Veo que has recogido hoy sólo/a. Muy bien te has esforzado y lo has conseguido”
4- Falta de alternativas para responder a sus necesidades: todos los niños y niñas, pasan un periodo en el que necesitan golpear, morder, empujar; para ello, ofrezcamos un camión para empujar, una manzana para morder, una pelota para golpear… Con el paso de los años los impulsos siguen estando vigentes, si enseñamos a gestionar los mismos y no a prohibirlos, los menores entenderán que todas las sensaciones son necesarias, incluidas aquellas que nos limitan, pero nos ayudan a crecer, ya que estaremos trabajando en la enseñanza positiva acerca de cómo gestionar las emociones, algo fundamental en el desarrollo de los menores.
5- No le permites libertad: Cuando se limita demasiado, llegando al extremo de no dejar ser, el niño o la niña reaccionará de manera diversa según la situación, pudiendo mostrar desobediencia a los límites. Para que funcionen deben ir acompañados de libertad y de buen ambiente.
6- Falta de comprensión y paciencia: Cuando se establece un límite desde el enfado, pierde toda su capacidad de efectividad. Debemos hacerlo siempre desde la serenidad, gestionando nuestras propias emociones; ya que los niños y las niñas no interiorizan los límites, así como así y necesitan un tiempo de aprendizaje.
Es importante además que los menores sean pre-avisados del límite que se va a establecer en consecuencia de la acción no permitida, puesto que esto anticipa lo que sucederá y evita frustraciones.
Por ello, respira y cuenta hasta tres, tratando de trabajar en tus propias emociones antes de establecer los límites y echar sermones. La clave es la educación respetuosa y consciente, ya que nos ayuda a crecer personalmente y no sólo servirá para educar a buenas personas, sino también como ser humano.

Algo fundamental es hablar con nuestros hijos e hijas de lo que es la amistad, qué significa, qué es una relación sana y que sepan identificarlas y esto se puede hacer poniendo ejemplos de nuestras experiencias y de nuestras relaciones de amistad a lo largo de nuestra vida. No se trata de imponerles lo que está bien y lo que está mal, sino proporcionarles la información para que ellos y ellas sean críticos y sepan discernir en sus relaciones lo que está bien y lo que está mal.
Educar a los y las menores tiene como finalidad que sean protagonistas de su propia vida y de sus elecciones, que tengan metas, que acierten y se equivoquen, pero que sean capaces de aprender de esas equivocaciones. Y todo eso es más sencillo si cuentan con el acompañamiento y la orientación de sus adultos de referencia.
En la etapa de la adolescencia la elección y la predilección por los amigos y amigas es una de las características más llamativas. Es un momento vital en el que para ellos y ellas es muy importante pasar tiempo con sus iguales, por lo que juzgar sus amistades por parte de los progenitores puede generar un conflicto y crear una brecha en la relación. Por este motivo, algunas de las orientaciones a tener en cuenta son:
· Debemos pensar qué es lo que no nos gusta de los amigos/as de nuestros/as hijos/as. Por ejemplo: que fume, que pase mucho tiempo fuera de casa, que saque malas notas, etc. Y, por otro lado, reforzar su autoestima y capacidad de elección, así como hablar con ellos/as de conductas aceptables y no aceptables y porqué. En este caso, es importante que no juzguemos directamente a sus amistades, sino que hablemos de actos en general.
· Una forma de verificar o eliminar posibles prejuicios o ideas preconcebidas es preguntarles por qué le gusta pasar tiempo con esa persona e, incluso, invitar a pasar tiempo con la familia para saber cómo se desenvuelve tanto con el menor, como con el resto de personas presentes.
· Se pueden aprovechar situaciones cotidianas que se den en la vida diaria o que aparezcan en la televisión, redes sociales, etc. para hablar de la amistad, de las influencias positivas y negativas, para conocer las ideas que tienen ellos y ellas y para que reflexionen.
Por otro lado, hay casos en los que como padres y madres de hijos menores de edad debemos intervenir para protegerles.

Responsabilidad ante los Estudios

Es normal que en ocasiones los niños/as no quieran ir al colegio, sobre todo, puede ocurrir muy a menudo al principio, durante sus primeros días del colegio, ya que no está acostumbrado/a a hacerlo. El que el niño no quiera asistir al colegio de manera puntual tampoco tiene porque ser un problema, sin embargo, cuando esta situación está ocurriendo muy a menudo, es indispensable prestarle mucha atención para tratar de resolverla.
Aspectos a tener en cuenta si tu hijo/a no quiere ir al colegio:
– ¿Cuándo comenzó a no querer ir al colegio? La primera pregunta que nos tenemos que hacer es ésta, ya que partiendo de ahí vamos a poder delimitar mejor el problema y, por consiguiente, encontrar una mejor solución.
– ¿Qué fue lo que sucedía en ese entonces? Después de tener claro cuando comenzó el problema, debemos relacionarlo con la situación que estaba viviendo el niño en aquel momento. Por ejemplo, puede ser que cuando haya comenzado a no querer ir al colegio, hayan comenzado también a haber problemas en casa, ocurrió el nacimiento de un segundo hijo(a), etc. El caso es darnos cuenta que pasaba en ese momento.
– ¿Se trata de un problema médico? Es muy importante descartar desde el principio que esta situación no se trata de algún problema médico. Para ello, es necesario estar atento a la serie de signos y síntomas que presenta el niño/a y llevarlo a consulta con su médico de cabecera.
– ¿Tiene algún problema en el colegio? Es necesario que estés totalmente informado/a acerca de la situación de tu hijo/a en el colegio. Investiga cómo es la relación que tiene con sus compañeros y compañeras, y con el profesorado y cómo se siente en ese ambiente.
– ¿Les ocurre también a otros niños dentro de ese colegio? El mantenerte en contacto con otros padres y madres y hablar con ellos acerca de la situación puede ayudarte a darte cuenta si lo que le ocurre a tu hijo/a también les sucede a otros.
Algunos consejos que puedes tener en cuenta si tu hijo/a no quiere ir al colegio:
– Mantener una buena comunicación con tu hijo/a. Es necesario que mantengas siempre una buena comunicación con tu hijo/a, que te ganes su confianza y no se sienta juzgado/a por nada de lo que te pueda contar. Acércate y pregúntale que tal lo ha pasado en el colegio, cómo se lleva con sus amigos/as y con sus profesores, entre otras cosas que sin duda te brindarán las pistas necesarias para que puedas encontrar el origen del problema.
– Observar el comportamiento de tu hijo/a. Estar atento a las señales que puede estar dando tu hijo/a. Es probable que no te exprese lo que le ocurre por medio de las palabras, pero ello se puede ver reflejado claramente por medio de sus juegos y/o dibujos. También por medio de sus acciones, ya que puede estar actuando de manera diferente a como lo hacía normalmente. Otra cosa que también es importante tomar en cuenta es observar el comportamiento del niño/a en distintas situaciones y así mismo saber si se trata de un problema más relacionado con el colegio o con el mismo.
– Hablar con el profesorado. Asiste al colegio, acércate a sus profesores y habla con ellos acerca de tu hijo/a. Puedes informarte acerca de su comportamiento en la clase, la relación que tiene con sus compañeros, etc. Conviene que te asegures que tu hijo/a se encuentra en un ambiente escolar adecuado en donde se sienta a gusto.
– Establecer una rutina diaria. Es importante que en la medida de lo posible establezcas un horario determinado al que el niño o niña deberá adaptarse. Esto quiere decir que tendrá una hora para levantarse, para ducharse, para hacer sus deberes, para jugar, dormir, etc.

Son muchos los niños y niñas a los que durante su infancia se les puede calificar como buenos estudiantes, y que cuando llegan a la adolescencia comienzan a mostrar signos de bajo rendimiento escolar: bajas calificaciones, descenso de la motivación, falta de interés por la escuela…
En general, la adolescencia es una etapa de muchos cambios, físicos y psicológicos, y éstos se traducen también en cambios en el rendimiento académico, que en la mayoría de los casos suele ser un “bache” temporal.
Con la pubertad se pone en marcha un complejo proceso neuro-hormonal que afecta a todo el organismo, y que en resumen se caracteriza por:
– Incremento de la impulsividad.
– Descenso del umbral de goce (desinterés por lo que antes sí interesaba e interés por todo aquello novedoso, excitante e incluso peligroso).
– Atracción por las nuevas relaciones que se establecen con los “iguales”.
Por otra parte, el o la adolescente comienza a desarrollar su capacidad reflexiva y se desarrollan las habilidades metacognitivas, pero ambas “chocan” con la impulsividad propia de estas edades, necesitando una mayor fuerza de autocontrol para mantener “a raya” sus impulsos.
¿Qué pueden hacer los padres ante esta situación?
– Hablar, hablar y escuchar: Aunque a veces resulta difícil hablar con un o una adolescente, hay que mantener la calma, desarrollar la capacidad de escucha y no dejarse llevar por la ansiedad, el enfado o el miedo. Establecer un buen cauce de comunicación con los hijos e hijas es la base para tratar de resolver juntos los problemas.
– Averiguar qué es lo que pasa: Si existen problemas físicos que puedan estar afectando al rendimiento: fatiga, problemas de alimentación, trastornos del aprendizaje no detectados hasta el momento…, o problemas de interacción social: acoso de otros compañeros, conflictos con el profesor, excesiva “presión académica”. Para ello hablar con los profesores y/u orientadores del centro puede ser de gran ayuda.
– Interesarse por los gustos y aficiones de los hijos/as: Si les gusta la música, el baile, algún deporte permitir que tenga un tiempo y espacio para desarrollar sus aficiones, controlando también que se mantenga el compromiso de cumplir con las obligaciones escolares.
– Más flexibilidad y menos autoridad: La disciplina no está reñida con el afecto ni con el diálogo. Una actitud empática y flexible favorecerá siempre el diálogo y la búsqueda de soluciones pactadas.
– Hablar sobre su “plan de vida”: Conversar acerca de su vocación, de sus planes de futuro y buscar información al respecto. Plantearse unos objetivos a medio y largo plazo que le ayuden a reflexionar acerca de los pasos a seguir y apoyarles para poder alcanzarlos.
En el proceso de búsqueda de la identidad típico de la adolescencia, también se incluye el saber “qué quiero hacer”, y tener momentos de duda y desconcierto es un proceso normal en esta etapa.
En definitiva, escucharles, respetarles y guiarles para buscar soluciones ante un problema concreto es la mejor manera de acompañarles en un momento de cambio e incertidumbre tan inevitable como pasajero.

Es fundamental que los niños/as se sientan motivados. Para ello destacamos algunas recomendaciones a tener en cuenta, por ejemplo:
– Proporcionar un buen espacio para estudiar
– Ayudar a tu hijo/a a fijar unas metas y objetivos claros, medibles y alcanzables.
– Fomentar el aprendizaje activo. Es fundamental que nuestro hijo/a sea capaz de construir su propio aprendizaje.
– Haz que tu hijo/a no asocie los estudios y deberes a una obligación desagradable.
– Olvidar frases comparativas del estilo “yo a tu edad”, o “fíjate en tu hermano”
– Organizar y elaborar un plan de trabajo, una planificación de estudio.
– Reconocer el esfuerzo y celebrar sus logros. Frases tan sencillas como “estoy orgullosa de ti” o “sabía que eras capaz de lograrlo”.
– Si obtiene una nota que no era la esperada, aliéntalo a continuar y salir adelante.
Como podrán ver, estos son algunas recomendaciones que se pueden tener en cuenta, a la hora de motivar a los niños/as para que éstos estudien. En resumen, podemos decir que es muy importante que tengan un espacio adecuado y que siempre sea el mismo. Hay que evitar estudiar en el comedor, o viendo la televisión. Se recomienda un espacio, iluminado, amplio, sin ruidos y distracciones. Es fundamental, realizar una organización o planificación semanal de lo que tienen que estudiar y las tareas a realizar. También, es alentador, decir frases de ánimo y de apoyo para su hijo/a. Así como, el tener un seguimiento de sus tareas y exámenes. Esto son algunas recomendaciones a seguir y a tener en cuenta para conseguir que aumente la motivación del niño/a.

Entendemos que estudiar es un deber y responsabilidad de los niños/as, el esfuerzo por aprender y avanzar hacia la adultez es un trabajo que ellos realizan día a día durante la enseñanza obligatoria.

Premiar a quienes obtienen buenas notas o castigarles cuando suspenden dependen de las circunstancias y preferencias en cada familia.

Cuando los niños/as son buenos estudiantes, son responsables y tienen un rendimiento normal, lo correcto como padres y madres sería estar orgullosos de su esfuerzo y trabajo, y hacérselo saber. Hay veces que el premio son elogios, hacerle un diploma al mejor estudiante, hacer algo que sea significativo como visitar algún sitio especial o comer en su restaurante favorito. Y otras veces, son regalos, dinero, viajes, etc…

Sí es adecuado incentivar y celebrar un logro, pero puede ocurrir que el niño/a malinterprete que obteniendo buenas notas va a conseguir regalos. O cada curso que pida algo con más valor que el anterior, por lo tanto, debemos medir bien con qué le premiamos. La motivación por estudiar no debe ser obtener un premio, debe ser superarse, mejorar, alcanzar objetivos.

Respecto a los niños/as que suspenden, habría que estudiar cada situación. Hay casos que suspenden por que no se esfuerzan, y otros que a pesar del esfuerzo por mejorar continúan suspendiendo. Para los primeros, el “castigo” debe ser mejorar su situación. Por ejemplo, recibir clases particulares durante el verano, eso supondría una oportunidad para recuperar el tiempo perdido y remontar el próximo curso. Otra opción podría ser reducir el tiempo de uso de móviles o la Play, explicándole que hay que invertir más tiempo en el estudio.

Para los segundos, es muy importante reconocer el esfuerzo realizado, aunque no se haya logrado el objetivo. Si el niño/a ve que sus esfuerzos no han servido para nada, ni académicamente, ni se ha valorado su cambio de actitud y su esfuerzo, probablemente se desmotive y piense que no vale la pena seguir esforzándose. Quizá hay que estudiar qué es lo que necesita para mejorar y alentarle a esforzarse un poco más y motivándole diciéndole que de esa forma conseguirá mejorar.

La edad obligatoria de escolarización es hasta los 16 años. Por tal razón debe continuar con los estudios. Sin embargo, conviene indagar sobre los motivos por los cuales ella se niega a continuar con sus estudios. Ha de encontrarse el factor motivante que la anime a seguir formándose, algo que conecte con sus intereses. Para ello, es preciso una comunicación abierta y honesta en la que tu hija pueda expresarse sin miedos y sin censura alguna. Con lo que ella exponga se podrá iniciar actuaciones encaminadas a favorecer su interés por los estudios o formación.

Educar en las Emociones y Los Sentimientos

Explicar los derechos del niño/a de ser cuidado por su padre y su madre. Si alguno de los dos impide que se ejerza ese derecho por la excesiva dependencia emocional con su hijo/a, debe acudir a un especialista con el fin de trabajar terapéuticamente este aspecto.

En muchos centros educativos prohíben que los niños/as entren con pañal al primer curso de preescolar de 3 años, pues, se considera que a esa edad los niños/as pueden ser maduros para el control de esfínteres. Sin embargo, cada niño es distinto y evoluciona a su ritmo, puede ser que tu hijo/a necesite más tiempo para sentirse seguro. Dejar el pañal es parte de un proceso natural que se debe proteger y respetar, hacerlo sin que el/la niño/a esté preparado/a puede afectar a la seguridad y autoestima del niño/a.
Puedes investigar qué centros permiten el pañal para iniciar el curso. No obstante, observa a tu hijo y, si crees que es prudente, motívale para comenzar con el proceso sin agobios ni preocupaciones.
Mantén la calma y no pongas tiempo límite. Si tu hijo/a acude actualmente a un centro infantil o guardería, comparte tu intención con la educadora para que colabore en el proceso. Busca estrategias que faciliten la evolución, ten paciencia, plantéaselo a tu hijo/a como un juego y disfruten juntos de esta etapa.

Sabemos que desarrollar la inteligencia emocional es tan necesario como aprender matemáticas o lengua. Sentirse bien con uno mismo, formarse un auto-concepto positivo o ser empático y asertivo, nos hace más felices. Porque lo importante de verdad es que sepan vivir plenamente, con una actitud positiva, gestionando bien cualquier situación.
La inteligencia emocional no está en los libros, está en todas partes, en las relaciones, los afectos, experiencias y, cuando son pequeños, también en el juego.
Los niños y las niñas son unos grandes aprendices visuales, por eso se trabaja mucho con ellos a través de dibujos, gráficos y colores para ayudarles a catalogar mejor sus sentimientos y emociones en un momento dado.

Es importante destacar que no existen estudios científicos que demuestren que los besos en la boca tengan efectos negativos en el desarrollo emocional de los niños y las niñas. Por lo que es una elección de los padres y madres dar besos o no en la boca a sus hijos e hijas.
Bien es cierto que hay casos en los que no se recomienda esta práctica ya que es una forma de transmisión de enfermedades de los adultos a los y las menores: catarros, gripes, herpes, etc. Además, según expertos también puede conllevar la aparición de caries en los niños y niñas al tener contacto con los gérmenes y bacterias que hay en la saliva de las personas adultas.
Las muestras de afecto pueden ser muy variadas y no tienen contraindicaciones siempre y cuando sean bien acogidas por ellos y ellas y se sientan cómodos/as y siempre que prime el sentido común. Sin embargo, es importante explicarles que estos actos se reservan para la familia y que ambas personas deben quererlo, es decir, deben conocer los límites, no solo para no incomodar con sus actos a otras personas, sino para que se sientan libres de negarse o aceptarlo en caso de que lo reciban de una persona diferente.
Por otro lado, los y las menores evolucionan y con ello su forma de demostrar y querer recibir el afecto, por lo que como padres y madres no debemos enfadarnos cuando éste ya no quiera recibir besos en la boca u otro tipo de muestra de afecto que no le haga sentirse cómodo/a.

Importancia de la Eduación en la Familia

El hecho de tener un gusto por los videojuegos no tiene por qué influir de manera negativa a los/as hijos/as. El problema viene cuando el padre o la madre tiene una adicción a los videojuegos y esto sí podría afectar negativamente debido a que los/as hijos/as aprenden por imitación y podrían imitar esa conducta de los padres y madres.
Por otro lado, no es contraproducente compartir tiempo de ocio en los videojuegos con tu hijo/a, siempre y cuando exista un límite y una responsabilidad con el juego.

Hay ocasiones en que la familia se puede convertir en una fuente de estrés y sufrimiento para los niños y las niñas. En estos casos el influjo negativo de los padres o demás miembros del hogar, puede afectar notablemente su desarrollo emocional y causarles severos daños que pueden durar incluso hasta la edad adulta.
Se trata de familias tóxicas que mantienen actitudes dañinas en su forma de educar o relacionarse con los niños y las niñas, de manera que terminan afectando su estabilidad emocional y psicológica. Lo peor es que muchas veces no son conscientes de que sus comportamientos perjudican a los y las menores, por lo que pueden mantener su forma de relacionarse durante años, agravando cada vez más los daños psicológicos.

Establecer unos límites claros y las consecuencias explícitas de su incumplimiento (explicando las causas de los mismos), no es incompatible con dar cariño a tus hijos/as, comprenderlos, apoyarlos, jugar con ellos… Es importante abordar sus conductas y guiarlos, siendo siempre firmes y respetuosos tanto con el adulto como con el niño/a

La falta de acuerdo entre los progenitores a la hora de establecer límites y pautas de educación, es uno de los problemas que más afectan a los y las menores. Los mensajes contradictorios y la desautorización de un progenitor a otro provocan en los niños y niñas que se sientan perdidos y no sepan a quién hacer caso y que, a medida que crecen, utilicen esas discrepancias para su propio beneficio. Por este motivo, es imprescindible que, aunque existan esas diferencias en la educación, los y las menores no sean conscientes de ello. Hay que asumir que es mejor equivocarse juntos que acertar por separado y ante una situación en la que se debe tomar una decisión, es importante trasladarle al menor que la decisión se ha tomado o se va a tomar conjuntamente por parte de ambos progenitores.
Cada persona educa según sus vivencias o lo que considera más adecuado, pero eso no significa que sean más o menos válidas que las nuestras. Cuando hay un menor en común, es vital remar en la misma dirección y ponerse en su lugar, teniendo claro que ellos/as aprenderán a relacionarse según nos relacionemos entre nosotros/as y con ellos/as, aprenderán que hay que ser flexible según lo que observen de nosotros/as, aprenderán a respetar si viven en un ambiente de respeto, etc. Por tanto, no se trata de tener razón, de haber dado la idea acertada, de lo mal que lo ha hecho el otro, etc., sino de buscar las fórmulas educativas que les funcionan, equivocándose y acertando conjuntamente.

Cuando hay dificultades para llegar a un acuerdo en la educación de los hijos/as, se puede acudir a profesionales que les orienten sobre pautas educativas adecuadas o a profesionales de la mediación familiar que les ayude a llegar a acuerdos satisfactorios para ambas partes.

En cuanto a los derechos de los hijos/as en el hogar, estos tienen derecho a ser cuidados, respetados, alimentados, escuchados, calzados, vestidos, ayudados, apoyados, educados.
En relación con los deberes, los hijos deben cooperar en casa, ser respetuosos, estudiar, ser responsables con sus mascotas, cuidar sus pertenencias, juguetes o materiales.
Hemos de subrayar que existen una serie de derechos universales de las niñas y los niños contemplados en nuestras leyes y en los acuerdos internacionales, que también se deben tener en cuenta.

Influencia de la Nueva Pareja en los Hijos e Hijas

Todo va a depender de cómo se ha manejado la separación o el divorcio. Si ha habido un buen manejo de la separación de los padres, recibir a un nuevo padre o madre no tiene necesariamente que ser negativo. En un divorcio o separación mal manejado, las cosas suelen ser más negativas y el “otro/a” puede verse como alguien que ocupa el lugar del que estaba. Se puede considerar como un intruso, el malo, el culpable. Ahora bien, para favorecer este proceso es importante tomar en cuenta algunos factores. Para que esta nueva pareja sea bien recibida deberá construir una relación real de forma sincera, establecer un vínculo afectivo con el niño/a. Es fundamental que comprenda y que de alguna manera se le transmita que no representa un sustituto de su padre/madre. Es conveniente que se le proporcionen vivencias positivas que favorezcan ese vínculo, incluso antes de convivir con la pareja.
De todas maneras, la incorporación de una nueva pareja debe ser de forma progresiva en la vida familiar. Y los padres o madres deberán asegurarse que realmente es una relación consolidada, es decir, que estén seguros de la relación que tienen, y de qué es algo verdaderamente formal y con visión de futuro antes de involucrar sentimentalmente a sus hijos.
Es importante tener presente que para cualquier edad debe haber una explicación, razones válidas, reales, adaptadas evidentemente a la edad del niño/a. Es conveniente dejar las puertas abiertas al diálogo, porque según pase el tiempo podrán venir más preguntas, o hasta las mismas preguntas a fin de comprender realmente la realidad. Ese diálogo deberá ser constructivo, debe permitirle al niño escuchar y ser escuchado, y, al mismo tiempo ser comprendido y apoyado.
Para presentar la pareja, primero debemos estar seguro de que es una relación formal. Luego, es bueno haber conversado primero sobre el tema con los niños. A los más pequeños podemos explicarles primero que es un amigo de mamá o de papá; si son más grandes puede hablarse de novios. Presentarlos en un encuentro breve y en un lugar fuera de casa: un paseo, un helado, ir al cine o al parque. Explicarles que es alguien importante y especial para ellos. Y una vez terminada la salida, preguntarles cómo lo han pasado.
La nueva pareja debe tener en cuenta que será necesario establecer un vínculo, ganarse los hijos, realizar actividades agradables, mantener un trato cordial y de respeto hacia el niño o la niña.
No podemos obligarles a llamar papá/mamá al compañero actual, pues ya ese rol lo tiene su progenitor. Y siempre hay que dejar muy claro que esta nueva relación no sustituye a su padre/madre, porque cada persona tiene su espacio. Esta nueva pareja es alguien añadido, nuevo, que no debe interrumpir la vida cotidiana.
En aquellos casos, donde la separación ha sido complicada, conviene un tiempo de espera mayor y tomar en cuenta que el período de adaptación podrá ser más largo. Esto surge a veces por conflictos de lealtad, el niño/a puede sentir que si acepta a la pareja de su papá/mamá está traicionando al otro padre o madre. Estos casos requerirán mayor comprensión por parte del padre y mayor tiempo de adaptación. La mejor forma de hacerlo es fomentando el vínculo sin forzarlo y asegurarles el afecto de ambos lados. En la medida que el hijo/a sienta que no pierde el afecto del otro por adaptarse a la nueva situación, sentirá el permiso de aceptarlo y formar su propio criterio. Siempre se recomienda mantener tiempo con los hijos sin la pareja para mantener el rol del padre o madre con el niño. Cuando la nueva pareja trae sus propios hijos, puede implicar cambio de casa, escuela y adaptación a nuevos hermanos. Esto puede requerir más tiempo y solo se logrará de forma progresiva.

Las normas y límites deben ser puestos de común acuerdo por los progenitores del o la menor, quienes, a pesar de estar separados, deben seguir los mismos parámetros respecto a la educación y límites que poner a los hijos e hijas. La pareja de los padres o madres, deben en primer lugar afianzar el vínculo afectivo con los menores, ser algo más parecido a un amigo/a, confidente, controlando la conducta de los niños o niñas y manteniendo informado/a a su pareja (los padres/madres de los niños) dejando que sean ellos quienes ejerzan el control y la disciplina de los hijos o hijas. Cuando la relación de la nueva pareja esté afianzada y conviva con los niños/as se deben poner normas en común: “Normas del hogar” para que cada uno sepa qué lugar ocupa y los menores se sientan integrados dentro de la nueva familia que ha constituido su padre/ madre.

La Socialización. La Comunicación

En caso de adicción a los videojuegos:
1. Comprobar el contenido de los juegos más utilizados y, sustituir los juegos violentos por otros más educativos.
2. Jugar en grupo para evitar su aislamiento y favorecer la interacción con sus iguales.
3. Acordar con el/la menor los horarios y condiciones de juego. Por ejemplo, poner un límite de horas posterior a que haya hecho las cosas de clase.
4. Escuchar activamente al menor. Puede que sea una manera de expresar una situación difícil en otra área de su vida y debemos escucharle.
En caso de que todo lo anterior falle, podemos:
1. Pedir ayuda.
2. Acudir a un servicio especializado para poder llevar el caso de manera individualizada y personalizada.

Saber escuchar y hablar es clave para cualquier relación saludable, incluido entre tus hijos/as y tú. Sin embargo, ser padres y madres puede resultar una labor muy dura y mantener una buena comunicación con tus hijas e hijos, sobre todo en la adolescencia, puede ser un auténtico reto.
Ahora bien, se proponen algunos consejos para mejorar la comunicación entre tú hijo/a y tú que mostramos a continuación:
– Sé accesible para tus hijos/as: Trata de averiguar cuándo tus hijos/as están más dispuestos a hablar y trata de ser receptivo, han de saber que los quieres escuchar. Empieza la conversación, puedes comenzar compartiendo con ellos/as tus propias ideas. Realiza actividades conjuntas y aprende sobre sus gustos e intereses.
– Haz que tus hijos/as sepan que les estás escuchando: Cuando tus hijos/as te estén hablando de algo importante para ellos/as, deja todo lo que estés haciendo y escúchalos. Expresa interés en aquello que te estén explicando, evitando ser intrusivo.
– Responde de forma que tus hijos/as vayan a escucharte: Suaviza las reacciones exageradas, evita discutir por quién tiene la razón y céntrate en los sentimientos de tus hijos/as en vez de en ti mismo durante la conversación.
También, para mejorar e incentivar la relación y comunicación entre padres e hijos/as podemos tener en cuenta lo siguiente:
– Pregunta a tus hijos/as qué van a querer o qué necesitan de ti en una conversación.
– Habla en positivo y sé claro cuando des información.
– Los niños/as aprenden por imitación. Conviértete en un modelo a seguir frente a las dificultades.
– Siempre que sea posible, pide la opinión de tus hijos/as en cuestiones que afecten a la familia.
En resumen, podemos decir que la comunicación es un pilar fundamental en cualquier relación. Es la que marca los tiempos, los mensajes y las interacciones. Indirectamente, también se trabajan valores como la confianza o la sinceridad. Por eso, la comunicación entre padres e hijos/as es importante cuidarla, de ella dependerá mucho la ayuda que le podamos brindar.

Los niños y las niñas de la sociedad de la información, como todos los niños y niñas, aprenden y modulan sus experiencias en el entorno que les toca vivir. En el momento actual, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, tienen un importante papel socializador.
El docente de la UVM, Campus Texcoco, explicó en un comunicado que redes sociales como Facebook pueden impactar negativamente en jóvenes, pues distorsiona el desarrollo de sus habilidades de socialización, al grado de tener más amigos virtuales que no se saben si existen o si son como dicen ser.
El especialista argumenta que el uso de este tipo de herramientas virtuales ha hecho que se pierdan actividades sociales y familiares como, por ejemplo, compartir la comida, lo que genera que el proceso de socialización no sea óptimo.
Las nuevas tecnologías permiten jugar de manera online y estar conectados con personas de diferentes lugares del mundo, con el riesgo que implica no conocer a las personas que están detrás de esos perfiles y con las que están interactuando, incluso, llegando al punto de crear lazos de amistad.

En la adolescencia es lógico que los jóvenes busquen más libertad de ocio y autonomía ya que están madurando tanto física como psicológicamente y que siempre pidan más tiempo para divertirse y salir con los amigos. Para que los y las adolescentes hagan planes en familia, es importante que descubras sus gustos, sus hobbies y hagas planes relacionados con ellos Y si no tiene ningún hobby o gusto específico es importante descubrir uno juntos. Es importante, también, avisarles con tiempo, que no se les obligue y que se les pida su opinión para que no sólo accedan a hacer un plan, sino que quieran repetir. ¿Qué planes podemos hacer, relacionados con sus gustos en casa? Escuchar música, ver una película juntos, hacer deporte, jugar a la videoconsola etc…

Las discusiones entre los progenitores y las diferencias entre ellos son inevitables. Sin embargo, es sumamente importante el saber gestionar estos conflictos o discusiones, ya que pueden generar consecuencias negativas en sus hijos/as: como baja autoestima, inseguridad, desconfianza, culpabilidad, malos comportamientos, bajo rendimiento académico, conflicto de lealtades (tengo que elegir entre papá o mamá), entre otros daños a nivel emocional. Además, pueden dificultar sus relaciones sociales, en la medida en que normalizan las conductas de sus progenitores y las reproducen, tanto en casa como en la escuela, incluso en sus futuras relaciones sociales. En ocasiones, los niños/as aprovechan la falta de comunicación entre padres y madres para “su beneficio” propio manejando la información como les conviene y creando incluso más conflicto entre los progenitores.

Por lo general, los niños y niñas no son los únicos que mienten, muchos adultos recurrimos a mentiras a las que denominamos “piadosas” y a veces hasta de las “grandes” delante de los menores. Y como cualquier proceso de aprendizaje, los niños y niñas aprenden por imitación, así que debemos comenzar a tener en cuenta no justificar las faltas al colegio de manera incoherente o que no realizó las tareas por estar enfermo etc.
. Del mismo modo, hay patrones de personalidad que presentan rasgos más proclives a transformar la realidad, es decir, están las personas más creativas con mayor capacidad para contar cosas cotidianas y que, además, nos suelen caer muy bien. Sin embargo, hay personas tan necesitadas de reconocimiento que se inventan una vida que no tienen para poder recibir halagos y recompensas.
· Asimismo, no podemos evitar las mentiras, pero lo que sí puedes evitar es comportarte como si no te estuvieran mintiendo. Si tu hijo o tu hija te miente, hay que hacerle entender que, si te miente, tú no vas a preguntarle nada a él o ella (porque te va a seguir mintiendo, y tú, cada vez más desesperado/a con las mentiras). Así que, si quieres saber sus notas habla directamente con sus profesores; si dice que va a ir a casa de su amigo fulanito, llama a casa de fulanito, etc.
El mensaje es claro: no te voy a creer. Aunque estés deseando creerle, dale tiempo. Hazle ver que confías en él.
· Cuando tu hijo/a se “inicie” en las mentiras háblale de las consecuencias que le puede acarrear mentir. Hazlo con tranquilidad, sin exagerar. Habla de las consecuencias en lo que se refiere a la pérdida de amigos, de credibilidad.
· Hay que confiar en ellos/as, transmitirles la confianza en que podrán organizar y dirigir su vida, pero también dejar claro que las mentiras tienen que tener sus consecuencias. Y las consecuencias deben ser la pérdida de privilegios, salidas, etc.
· Si las mentiras tienen que ver con las actividades escolares haz partícipe de ellas a los profesores de tus hijos/as. Si son temas que hacen referencia a la vida familiar haz partícipe a tu familia y amigos de lo que ocurre. No por avergonzarlos sino para que ellos sepan que “estamos en alerta”. A veces escondemos en casa el problema de las mentiras de los hijos y con ello perdemos la oportunidad que los demás nos ayuden.
· Ármate de paciencia, se constante y sobre todo firme en tu manera de actuar ante las mentiras de tu hijo, o tu hija.
En resumen: VALORA a tu hijo/a por lo que es, y EDUCA por lo que hace.

Los y las adolescentes reclaman más autonomía y libertad, mientras que, a esas edades, los progenitores demandan en sus hijos/as más responsabilidades; la base del equilibrio entre las necesidades de ambos es la comunicación, la comprensión y la confianza entre hijos/as y progenitores. Es importante mantener la cercanía con los hijos/as intentando buscar puntos en común, ser cariñosos/as, aunque se impongan normas o límites, no estar siempre enfadados con ellos/as.

Comportamientos Violentos y Agresivos

En un principio, por parte de la familia, para evitar que sucedan esas conductas se puede intentar:
1. Hablar con el/la menor para ver si existe una explicación a su modo de comportarse.
2. Ser coherente con lo que se le pide a la/el menor. Es decir, predicar con el ejemplo y estar de acuerdo en las normas y estilo educativo.
3. Ser persistentes.
4. Reforzar los pequeños logros de la/el menor.
Si no se consigue disminuir las agresiones y estas continúan, será necesario contactar con profesionales para pedir ayuda. Estos/as profesionales ayudarán a la familia con una serie de pautas para poder afrontar las agresiones.
En caso de que el/la menor no esté predispuesto y no se consiga controlar las agresiones y estas sean más graves, se procederá a:
1. Llamar a la Policía.
2. Llamar a Servicios Sociales.

Lo principal es conocer la causa de esa rabia, y cuáles el origen de esa frustración para poder intervenir terapéuticamente. La intervención con los niños/as depende de la edad. Es fundamental el ejemplo que dan los progenitores cuando se enfadan o sienten frustración, ya que los hijos/as pueden reproducir esas reacciones.

Parece que su actitud es poca receptiva, por lo que resulta previsible que sea poco colaborador/a para el cambio. Será necesario contemplar la posibilidad de un tratamiento externo (terapeuta o Centro) especializado. Mientras, habrá que ir poniendo condiciones más o menos restrictivas con él o ella para limitar sus desavenencias en la convivencia. Si la violencia va en aumento, será recomendable denunciar a la policía.

Tenemos que tener en cuenta, que esos comportamientos agresivos afectan al desarrollo, tanto físico como emocional, de los menores y nos debemos plantear si el ambiente en el que se están criando los niños y las niñas es el adecuado, puesto que estarán aprendiendo a normalizar las conductas agresivas del adulto en su día a día, y eso va afectar al desarrollo de su personalidad, por lo que lo ideal sería trabajar con profesionales (psicólogos) con la persona agresiva, y la familia para aprender juntos otra forma de relacionarnos dentro del hogar, o romper esa relación tóxica, tanto para el otro adulto como para los y las menores. En el caso de que no fuese posible, hay que enseñar a los niños o niñas, que hay otras formas de relacionarse en familia y con los demás: el diálogo, el respeto, el amor, trabajar la empatía y la sertividad de los y las menores, controlar su frustración para que comprendan que la violencia no es el camino para resolver los problemas, ni para relacionarse con los demás, apoyándose en los recursos sociales existentes (mediación, centro escolar de los niños/as, servicios sociales…)

Embarazos No Deseados

En caso de que se sospeche que la menor pueda estar embarazada, el protocolo a seguir será el siguiente:
1. Acudir a un centro de salud, con el fin de que la atiendan y le proporcionen información.
2. Una vez que se sepa que está embarazada, con toda la información habrá dos posibilidades: interrupción del embarazo o continuar con él.
3. Sea la decisión que sea, es importante acudir a un centro de salud nuevamente para poder interrumpir el embarazo sin riesgos, o poder continuar con el mismo, teniendo toda la información necesaria para ello.
4. Podrá acudir a un psicólogo/a para que le ayude durante el proceso.
La decisión final tendrá que tomarse, una vez se tenga toda la información, teniendo en cuenta la opinión de la menor, pero también de la familia. Es una decisión conjunta, valorando los pros y los contras de todas las situaciones posibles.
Es importante que la actitud hacia tu hija sea:
– Tener en cuenta lo que quiera tu hija.
– No culpabilizar.
– Escuchar y comprender.
– Dialogar.
– Hacerle sentir que no está sola.
5.- Algo no menos importante y de máxima gravedad, es constatar las circunstancias y la edad del varón con quien ha tenido las relaciones sexuales, que han dado lugar al embarazo.
El código penal es muy claro en sus art, 159 y siguientes, en la tipificación de los delitos que tienen que ver con las relaciones sexuales, violación, etc, cuando se trata de menores de 15 años y otras circunstancias concretas.
Por tanto, además de las consultas psicológicas, y demás pasos a seguir, es necesario consultar con un abogado o abogada, para dilucidar si pudieran haberse cometido, o estar cometiendo, supuestos delitos muy graves, contemplados en el código penal, y castigados con importantes penas de cárcel.

Inicio en los Consumos

Si existieran indicadores de que su hijo/a está consumiendo sustancias tóxicas, lo podemos abordar de la siguiente manera:
– Realiza una buena educación familiar. Transmitir valores y actitudes pro- social y positivo.
– Servir como ejemplo y modelo de salud.
– Crear un clima afectivo de reconocimiento que favorezca la estabilidad emocional.
– Promocionar la autoestima de nuestros hijos/as enseñándoles a valorar sus cualidades y a sentirse capaces de afrontar las dificultades.
– Definir y hacer respetar límites y normas que favorezcan el autocontrol de nuestros hijos/as.
– La interrelación entre el grupo de iguales, familia y colegio es fundamental para detectar problemas
– Fomentar el ocio y actividades recreativas saludables en nuestros adolescentes.
– Informar sobre la concepción que se tienen sobre las distintas drogas
– Ponerse en contacto con profesionales ante la sospecha o confirmación del consumo, para valorar la situación y realizar una intervención precoz.

Ruptura de Pareja

La forma en la que superamos una ruptura de pareja depende de muchos factores: quién toma la decisión, tiempo que duró la relación, si hay hijos en común, etc. Además, una ruptura no solo es la pérdida de la pareja, también cambia en cierta forma nuestra vida, nuestras amistades, nuestra casa, nuestro estilo de vida… y esto, como cualquier duelo, requiere de un proceso y un tiempo.
El duelo emocional es la adaptación que debe pasar cualquier persona que ha experimentado una pérdida para conseguir de nuevo su equilibrio y su bienestar. Existen fases del duelo en una ruptura de pareja (negación, culpa, desesperanza, rabia y aceptación), pero no siempre se darán de forma lineal.
Es habitual no poder ver los aspectos positivos de la ruptura al inicio del duelo. Sin embargo, aprender a conocer y controlar nuestras emociones y pensamientos puede ayudarnos a crecer y ser más fuertes emocionalmente, además de ser una oportunidad para realizar cambios necesarios en nuestra vida, reencontrarnos con nosotros mismos, etc. Algunos consejos para afrontar la ruptura son:
– Acepta lo que ha sucedido, ten paciencia y confía en que lo vas a superar.
– Mantente activo: estar en movimiento y aprovechar el tiempo para nosotros. La inactividad alimenta nuestros pensamientos negativos.
– Queda con tus amigos/familiares: es una oportunidad para desconectar, distraerse, interesarse por ellos y disfrutar de ellos.
– Recuerda a la pareja con realismo: ver a la otra persona como es realmente, ni idolatrarla y pensando que era perfecta, ni odiarla y pensar que todo fue negativo.
– Evitar pensamientos desadaptativos como “¿Por qué a mí?”, “no aguantaré este dolor”, “le necesito”.
– Trabaja en ti: hacer un ejercicio de introspección, analizar tus fortalezas, pensar en tu futuro y marcarte objetivos.
– Cuida tu imagen y alimentación: no caer en el abandono de uno mismo.
– No siempre nos sentimos con la capacidad para superar todos los cambios que conlleva la ruptura. Pedir ayuda a un profesional hará más fácil el afrontamiento de la situación.

Debe ser una separación negociada, pacífica y con capacidad de responder a las necesidades de los/as hijos/as. Es importante que la rutina y la vida de los hijos/as se vea afectada lo menos posible, explicándoles en función de la edad dicha separación y contándoles qué va a suceder en la familia a partir de ahora con el fin de reducir sus dudas e incertidumbres.

Una separación no tiene por qué tener consecuencias o efectos negativos en los hijos/as siempre que los progenitores normalicen la situación. No es la separación lo que puede afectar negativamente a los hijos/as sino el nivel de conflicto entre los progenitores antes de la separación, durante y posterior a ella.

Los bebés de corta edad pueden notar la ausencia de sus principales figuras de cuidado y apego. Esto dependerá del momento evolutivo y edad del bebé, que será más o menos consciente de este hecho.

La custodia compartida exige colaboración y coordinación de sus progenitores para el beneficio de los hijos/as. Si no existe, comunicación lo más probable es que los máximos afectados acaben siendo los hijos/as.

 

Lo más importante es que ambos progenitores trabajen juntos para que estas situaciones no se den, y las visitas se puedan suceder sin grandes contratiempos, sin olvidar que quienes toman las decisiones son ellos.
En caso de darse dichas situaciones de conflicto, ambos deben aparcar las diferencias, pues no es justo ni lógico, que un/a menor esté tomando decisiones que corresponden a los adultos. Habrá que explicar conjuntamente que ambos progenitores le quieren, y quieren compartir tiempo con él o ella. Intentar averiguar que motiva esa conducta y solucionarlo. Es importante ante los hijos/as quitar gravedad al asunto, y que entiendan que estos tiempos con uno y otro progenitor son parte de su rutina semanal como todo lo demás que hacen los/as hijos/as en su día a día.
En relación a los progenitores, estos deben entender que el progenitor custodio debe promover la comunicación y relación paterno o materno filial, y que los tiempos con ambos, son un derecho del niño o la niña, y un deber para que el no custodio pueda ejercer también como custodio, contribuyendo a un desarrollo integral, sano y adecuado de los hijo/as. En otro orden de cosas, hemos de tener claro que las Sentencias y Resoluciones Judiciales hay que cumplirlas, y la finalidad de las visitas precisamente es velar por el interés superior de los hijos/as. Que los reiterados incumplimientos pueden dar lugar a cambios de custodia por los cauces legalmente establecidos. Artículos 39CE, Artículos 94, 154, 155, 156, 158. 159 y 160 del Código Civil, y artículo 776 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Habrá que apelar a la responsabilidad como padres que han decidido tener hijos/as y que es su obligación es ser responsables de cuidarles, educarles y mantenerles, para que crezcan como adultos sanos, pues los matrimonios y parejas podrán separarse, disolverse o diluirse, pero los/as hijos/as no, y la familia permanece.
El hecho de que ambos progenitores hablen, razonen y expliquen a los hijos/as con sus palabras y adecuadamente a la edad del hijo/a, suele disipar ese enfado, pues se darán cuenta de que sus padres coincide en sus criterios, y tiene claro el camino a seguir, proporcionándoles estabilidad y seguridad a los hijos/as.

La clave está en la comunicación entre los progenitores y en establecer estrategias comunes para estas situaciones, con el fin de que tengan la misma respuesta ante esas conductas.

 

No es cierto, y es frecuente confundir el derecho a manifestar la opinión de los hijos/as con el derecho a decidir. Las decisiones como tal, las toman los adultos o progenitores en este caso, y en defecto de acuerdo entre ambos las tomará un Juez.
Se describe en el artículo 770.4 de la Ley de Enjuiciamiento Civil lo siguiente: “Las pruebas que no puedan practicarse en el acto de la vista se practicarán dentro del plazo que el Tribunal señale, que no podrá exceder de treinta días. Durante este plazo, el Tribunal podrá acordar de oficio las pruebas que estime necesarias para comprobar la concurrencia de las circunstancias en cada caso exigidas por el Código Civil para decretar la nulidad, separación o divorcio, así como las que se refieran a hechos de los que dependan los pronunciamientos sobre medidas que afecten a los hijos menores o incapacitados, de acuerdo con la legislación civil aplicable. Si el procedimiento fuere contencioso y se estime necesario de oficio o a petición del fiscal, partes o miembros del equipo técnico judicial o del propio menor, se oirá a los hijos menores o incapacitados si tuviesen suficiente juicio y, en todo caso, a los mayores de doce años.
En las exploraciones de menores en los procedimientos civiles se garantizará por el Juez que el menor pueda ser oído en condiciones idóneas para la salvaguarda de sus intereses, sin interferencias de otras personas y, recabando excepcionalmente el auxilio de especialistas cuando ello sea necesario.”
Ciertamente podemos apreciar, que la errónea o mala interpretación del artículo expuesto, 770.4 LEC, puede generar la común y habitual confusión de que los hijos con 12 años deciden, cosa que ya desde el principio, hemos dicho que no es cierta, y que como hemos manifestado anteriormente, las decisiones se han de tomar por ambos progenitores de manera conjunta, siempre en aras del bienestar del hijo/a, y en caso de no ser así, le corresponde al Juez en función de todos los parámetros descritos en el referido artículo, que siempre lo hará en base al Principio del Favor filii. Pues no se puede, ni debe, equiparar la garantía de los menores a ser escuchados en condiciones adecuadas y legalmente establecidas, con que sean quienes decidan, siendo ésta una carga que no tienen ni deben soportar (máxime cuando es porque sus progenitores no han sabido o podido ponerse de acuerdo).

Los hijos/as tienen el derecho a compartir tiempo y relacionarse con ambos progenitores. Además, tienen el derecho de ser escuchados dependiendo de la edad del niño/a en eses momento. Sin embargo, no es responsabilidad de ellos saber qué es lo mejor para sí mismos. No se debe “obligar” a ningún niño/a de ninguna edad, se debe animar o incluso intervenir a nivel terapéutico, para detectar cual es el motivo de ese rechazo y poder mejorar la relación del hijo/a con ese progenitor.

La Custodia hace referencia a la responsabilidad de los cuidados cotidianos de los hijos/as. Es la Patria Potestad la que refiere a quién corresponde la toma de decisiones importantes que afectan a la vida y el futuro de los hijos/as. Por lo tanto, son ambos los que deben asumir dichas decisiones y ninguno más derechos que el otro en estos casos.

 

Ser padre o madre implica tener el deber de cubrir las necesidades de los hijos/as, eso incluye también tener comunicación, contacto y afecto con los mismos. Si un progenitor no está dispuesto, es importante saber cuáles son los motivos y ofrecer la posibilidad de hablarlo con el otro progenitor en mediación familiar y de acordar cómo será la nueva comunicación y estancia del progenitor con su hijo/a. En caso de negarse al contacto con su hijo/a no se le podrá obligar a tenerlo, sin embargo, si a sustentar económicamente.

 

Si, los hijos/as tienen el derecho de ser alimentados y cuidados por ambos progenitores. En caso de no poder asumir las cantidades necesarias o acordadas los progenitores pueden renegociar las cantidades en el servicio de mediación familiar con el fin de poder cubrir las necesidades de los hijos/as, adecuándose a las circunstancias del momento y en última instancia presentar una modificación de medidas en el juzgado para que exista una Sentencia judicial que establezca una nueva cantidad. Esto último es importante ya que no pagar la manutención es constitutivo de delito de abandono de familia.

 

La pensión de alimentos se establece en base a los ingresos, posibilidades o situación económica de los progenitores y en base a las necesidades económicas de los/as hijos/as, e incluye alimento, vestido y educación.

 

Tienen derecho a poder ejercer el cuidado y sostenimiento de sus hijos/as de manera igualitaria un padre y una madre.

 

Esa situación es vulneración del derecho de comunicación madre-hijo cuando no están los hijos en su custodia. Es deber del padre, al igual que el de la madre, el facilitar dicha comunicación. Por tanto, se trata de algo denunciable, algo no contemplado en el convenio regulador. Ha de recurrirse legalmente.

Cuando por las cabezas de los papás y las mamás ronda la idea de la separación, es común que surja la duda de si su hijo/a puede traumatizarse con ello; la respuesta es que depende de cómo sea la separación. La manera en que los adultos afrontan el proceso es lo que va a influir en el modo en que lo vivan los más pequeños.
Cuando hay hijos/as en común, la relación con nuestra expareja, en mayor o menor medida, es inevitable; el vínculo como pareja se pierde, pero la relación como padres y madres es la única relación que no pueden concluir por el bien emocional de sus hijos/as. Y es por esto que, cada uno debe hacer el esfuerzo consciente para mantener las buenas relaciones, hacerse cargo de sus emociones y garantizar armonía en las relaciones familiares para evitar sufrimiento a los más pequeños. Una separación requiere buena gestión de las emociones y compromiso de los padres y madres para proteger emocionalmente a sus hijos/as, sabiendo separar el rol de pareja de su rol como padre/madre. La expareja debe ser un aliado para lograr la crianza de un hijo o na hija autónomo, feliz y responsable.
Para conseguir una buena relación con el padre/ la madre de tu hijo y conseguir una buena crianza del mismo después de la separación deben seguir una serie de pautas:
– No hablar mal al niño/a del otro progenitor.
– No interrogar al niño/a cuando llega de casa del otro.
– No criticar a la pareja de nuestro ex.
– No llamar a todas horas cuando está en casa del otro.
– No hablar de dinero con nuestros hijos.
– No usar al niño de mensajero.
– No criticar el estilo educativo del otro progenitor.
– No intentar que sea más nuestro que suyo.
– Ayudar a sus hijos a reconocer sus propias emociones y estar ambos disponibles para darles amor, seguridad y apoyo.
– Pensar en que debes ser un buen ejemplo para tu hijo/a.
– Comprender que ya no son pareja, sino padres y madres.
– Evitar hablar con tu expareja de episodios que causaron enfado, dolor o tristeza cuando eran pareja.
– Compartir en familia alguna actividad en momentos especiales
– Saludarse, tener conversaciones cordiales sobre sus hijos/as y despedirse amablemente.

En realidad, los menores no pueden decidir con quién/es irán a vivir, y a riesgo de parecer reiterativa, lo adecuado y más aconsejable es que los progenitores de común acuerdo tomen la decisión, escuchen al hijo/a, y exploren por qué se quiere un cambio de domicilio y progenitor/a, y se intente solucionar.
En estas situaciones, cuando no funciona el acuerdo entre los padres, nos encontramos ya en al ámbito judicial, en vía contenciosa, habrá que atender a cada caso concreto, pero a título informativo general, podemos decir que la práctica judicial habitual, es que de 0 a 9 o 10 años cuando no se cumplen las visitas, se tiende a interpretar, que es porque el custodio no quiere, salvo desinterés manifiesto del no custodio. De 10 u 11 años a los 13 años, se les suele considerar con madurez suficiente para ser escuchados, (aunque también con menos edad en función de su madurez) y es el Juez quien decide.
Desde los 12 o 13 años en adelante, hasta los 17 años, podrán argumentar sus motivos ante el Juez, que atiende a la voluntad de los/as jóvenes, siempre que aprecie que dicha voluntad es autónoma, razonada y fundada. Reitero que no es cuestión exacta y que cada caso tiene sus propias especificidades.
Pero nuevamente, debemos mirar por el bienestar de los/as hijos/as, y ambos progenitores deben procurar acuerdos conjuntos en este sentido, a fin de no aumentar en los hijos/as el estrés de la separación, divorcio o fin de la convivencia, deben padre y madre aparcar sus diferencias, y tener claro que los hijos/as no son una propiedad, ni sirven de moneda de cambio para ningún fin que se persiga por cualquiera de los progenitores.

Existen distintas formas de maltrato o violencia de género, cada de ellas tiene unos indicadores específicos:
● Maltrato psicológico:
– Tratar a la otra persona como inferior o desvalorizarle
– No tener en cuenta las opiniones del otro o criticarlas sistemáticamente
– Encontrar defectos en todas sus acciones
– No permitirle participar en la toma de decisiones
– Insultarle sobre su apariencia física para hacerla sentir poco atractiva o provocadora.
– Dirigirse a la otra persona con sobrenombres degradantes.
– Tergiversar los argumentos de tal modo que la otra persona aparezca siempre como culpable de lo negativo.
– Reírse o burlarse de la otra persona.
– Humillarle en público.
– Compararle con otras personas en general o en particular.
● Aislamiento y abuso social:
– Prohibirle directamente relacionarse con su familia de origen, amigos, etc.
– Lograr alejarle de su entorno.
– Limitar su tiempo para que no se pueda relacionar con nadie más.
– Sabotear los actos que suponen reunirse con familiares o amigos.
– Impedirle llevar a cabo actividades fuera de casa.
– Dejarle encerrada o impedirle comunicarse por teléfono.
● Control y dominio:
– Pretender conocer en todo momento dónde está y con quien, llamarle reiteradamente.
– Esperarle por fuera del trabajo para que no se relacione con nadie.
– Perseguirla y vigilarla.
– Manifestar celos y sospechas continuamente.
– Acusarle injustificadamente de coquetear con otras personas.
– Interrogar a los hijos para conocer sus actividades.
– Exigirle que esté donde quiere, pero él no dar explicaciones sobre su vida.
– Impedirle formarse, planificar su futuro o trabajar.
● Amenazas:
– Amenazarle con echarle de casa o con quitarle a los hijos.
– Amenazarle con que perderá todo el patrimonio si no accede a sus deseos.
– Amenazas de agresiones o de muerte.
– Amenazarle con suicidarse como fórmula de control y manipulación.
● Chantaje emocional:
– Amenazar con suicidarse si la otra persona plantea dejarle
– Manifestar reiteradamente lo desdichado que es para dar lástima.
– Inducir sentimientos de pena hacia él insistiendo.
● Abuso ambiental:
– Romper o lanzar objetos con intención de intimidar.
– Destruir aquello que tiene valor afectivo para el otro.
– Alterar el sueño o reposo haciendo ruido intencional.
– Conducir de manera temeraria poniendo en riesgo la vida de la otra persona.
● Violencia física:
– Empujar, zarandear, perseguir.
– Golpear, dar patadas o manotazos.
– Intentos de estrangulamiento.
– Quemaduras.
– Utilizar objetos punzantes para agredir.
– Azotarle.
– Homicidio.
● Violencia o abuso sexual:
– Exigirle mantener relaciones sexuales, aunque la otra persona no desee.
– Ponerse irritable, agresivo o violento si la otra persona no accede a tener relaciones sexuales.
– Obligar a la otra persona a prácticas sexuales no deseadas.
– Requerir sexualmente al a otra persona en momentos o lugares inapropiados.
– Compararle sexualmente con otra persona para humillarle.
– Ocuparse de su propio placer sin tener en cuenta las necesidades del otro.
– Mostrarse desconsiderado o violento al mantener relaciones sexuales.
● Abuso económico:
– Administrar los recursos económicos sin consultar ni dar cuentas al otro.
– Administrar y disponer del dinero que el otro gana impidiéndole acceder.
– Descalificar a la mujer como administradora del dinero.
– Disponer de dinero para ocio e intereses propios a costa de mantener al resto de la familia en carencia.
– Mentir sobre los ingresos /ocultar recursos.

La Motivación

Se debería abordar desde una perspectiva integral entre el/la niño/a, la escuela, su entorno de iguales y la familia, con el fin de conocer las causas de su desmotivación y poder intervenir al respecto.

El refuerzo positivo es un tipo de educación igual de válida que cualquier otro, siempre y cuando lo hagamos desde el buen hacer y el control emocional. Consiste en ofrecer al niño/a un estímulo agradable cada vez que éste emite una respuesta adecuada, así tenderá a repetirla en mayor medida. De esta forma, es aconsejable que esos refuerzos no sean materiales, sino algo gestual o de tiempo por ejemplo: ofrecemos una sonrisa y halago después de ordenar su cuarto, le damos un helado si se ha portado bien toda la tarde en casa de los abuelos, le permitimos ver la TV si ha hecho la tarea…
Para utilizar el refuerzo de forma adecuada y lograr los mejores resultados, debemos tener en cuenta las siguientes pautas básicas:
1. Se le debe explicar al niño/a antes de que realice la conducta deseada y en términos positivos. Es decir, nos vamos a sentar enfrente de él/ella, en un momento en que podamos charlar tranquilamente, asegurándonos de que nos escucha y le vamos a decir: ‘A partir de ahora, siempre que hagas la tarea que te han encargado para el día, vas a poder ver la televisión’.
2. Tenemos que ser muy concretos en lo que va a conseguir, en qué momento y durante cuánto tiempo. Que no lleve a equívocos, ni a intentos de negociación. Por ejemplo: ‘Podrás ver la televisión durante 20 min. después de la cena’.
3. Debe ser aplicado a corto plazo. Es decir, el estímulo agradable para el niño debe aplicarse justo después de la conducta deseada. Si la conducta deseada es que estudie todos los días y el estímulo que le ofrecemos es un viaje en verano, el niño no tiene la suficiente capacidad para mantener cada día la conducta deseada por ese estímulo motivador tan a largo plazo. Cuanto más cercano sea en el tiempo, más eficacia lograremos.
4. Asimismo, el refuerzo ajustado a la conducta deseada, que sea coherente y justo.
5. Agradable para el niño. A veces no nos damos cuenta que lo que más le puede gustar es pasar tiempo agradable con nosotros, jugando a algún juego de mesa, dando un paseo, comiendo un helado juntos…
6. Ser consecuentes. Si consideramos que no vamos a conseguir ser constantes con ese estímulo es preferible que no se inicie, pues en el momento que perdamos credibilidad es muy difícil conseguir los siguientes objetivos.
De esta forma debemos utilizar el refuerzo positivo, ya que en nuestra sociedad, se ha empleado el castigo para lograr una correcta educación de los menores. Sin embargo, es contraproducente ya que lo visualizan como una imposición externa e incluso puede dañar la autoestima.
Es preferible, emplear el refuerzo positivo acompañado de la extinción, no voy a atender aquellas ‘llamadas de atención’ en negativo que quiero que desaparezcan. Así, poco a poco irá desarrollando estrategias para lograr mi atención en positivo.
Cuando este aprendizaje es posible, unido al cariño incondicional y una escasa utilización de castigos (únicamente cuando la actuación del niño o niña es lo suficientemente grave y desajustada), los menores empiezan a repetir respuestas apropiadas de forma internalizada y comienzan a sentirse mejor con este cambio pues sus relaciones con los demás y con ellos mismos también mejoran.

La Mediación Familiar

La mediación familiar es un método de actuación en el que las personas y las familias, con la ayuda de una tercera persona neutral, llamada mediador o mediadora, buscan acuerdos y elaboran las pautas necesarias para resolver o evitar los conflictos, facilita la búsqueda de las mejores alternativas para las hijas y los hijos, especialmente en los momentos de la separación y el divorcio. Todo ello sin tener que acudir a un abogado o a un juez.

Cualquier persona que considere que necesita la intervención de una persona mediadora para lograr una solución en sus conflictos de familia o de pareja, y si fuera posible, llegar a un acuerdo, que muchas veces se pone por escrito.

El acuerdo de mediación es legal según establece la ley 5/2012 de 6 de julio de mediación en asuntos civiles y mercantiles. Además, es vinculante y de obligatorio cumplimiento entre los participantes.

Sí, la duración del procedimiento de mediación será lo más breve posible y sus actuaciones se concentrarán en el mínimo de número de sesiones. Asimismo, el coste de la misma es inferior a los procedimientos judiciales.

 

El Centro de la Familia de Tenerife, dispone de varios servicios de mediación en diferentes lugares de la isla. En caso de necesitar estos servicios, que son gratuitos, puede llamar al Teléfono 922 615 099, o solicitarlo a través del email: centro@familiascanarias.com

Vida en Pareja

Contenido del acordeón

Síguenos

Copyright  2023 Fundación Canaria Centro de Atención a la Familia

Todos los derechos reservados

Aviso Legal